Duarte en la Restauración

Duarte en la Restauración

Diomedes Núñez Polanco

-XII-
Entre las instrucciones dadas por el Gobierno Provisorio de la Restauración, el 7 de junio de 1864, a Juan Pablo Duarte y a Melitón Valverde, ambos como ministro plenipotenciario y agente confidencial ante los gobiernos de Venezuela, Nueva Granada (Colombia) y Perú, figuraban las siguientes:“… procurarán conseguir, bien sea con aquellos Gobiernos o bien sea con casas o compañías particulares de siete a ocho mil fusiles de piedra o de pistón; de cien a ochocientos quintales de plomo; los repuestos correspondientes de pistones; cincuenta a cuatrocientos quintales de pólvora de fusil; quinientas resmas de pape para cartuchos; doce baleros del calibre de los fusiles que puedan obtener.”

Además, “Ejecutar un empréstito público en aquellas repúblicas, bajo las mejores condiciones, tomando por límite hasta quinientos mil pesos fuertes.”

El Gobierno advierte a Duarte y a Valverde que en caso de no poder obtener un empréstito ni aun de cincuenta mil pesos fuertes, harán lo posible en efectuarlo por suscripciones entre particulares y con los mismos gobiernos, sin olvidar “las apremiantes circunstancias en que se halla el país por los incendios y completa desolación en que los españoles lo han puesto, cualquier recurso, por pequeño que sea, es bien aceptado, recomendándoles muy particularmente la premura”.

Conscientes de las complejidades del momento, los líderes de la Restauración cuidaban los matices del proceso que se realizaría en la escena internacional: los artículos de guerra solicitados debían enviarse por Cabo Haitiano, a nombre de Adolphe Grimard, el préstamo buscado consignarlo en monedas de oro, al mismo destinatario, y tomar en cuenta que en el Haití de entonces estaba prohibida la introducción de municiones.

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A propósito del regreso a Caracas del Padre de la Patria, desde agosto (1864), Juan Daniel Balcácer sostiene que “… en cierto sentido, esa nueva ausencia del país equivalía a una suerte de tercer y último exilio para el fundador de la República, ya que el destino no le depararía otra oportunidad para regresar a su Patria tan querida”.

La misión diplomática encomendada a Duarte y a Valverde estuvo llena de tropiezos. Venezuela terminaba de salir de su conocida guerra federal o de los Cinco Años, y sus condiciones eran críticas. Aunque Duarte visitó a sus amigos venezolanos en posiciones de mando, como el encargado del Poder Ejecutivo Desiderio Trías y al mismo presidente constitucional de la República, Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, estacionado todavía en la ciudad de Coro. Estos encuentros no fueron para nada estimulantes. Ni siquiera influyó que Falcón fuera Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Confederado del grado 33 de la masonería de Venezuela.

También encontró preso a su amigo el general Manuel Ezequiel Bruzual, acusado de desarrollar acciones conspirativas. Un panorama desolador. Apenas hubo una cooperación oficial de 300 pesos, lo que llevó a Duarte a realizar una colecta pública entre los amigos de los dominicanos en favor de la causa restauradora. De esa suscripción se recolectaron 806.96. Todos los aportes fueron enviados a Santo Domingo.

Mientras Duarte y Valverde desempeñaban su misión diplomática en Venezuela, en el centro de la Revolución restauradora se desataban contradicciones: el 10 de octubre (1864) Gaspar Polanco derrocaba a José Antonio Salcedo, quien había encabezado el Gobierno Provisorio desde el 14 de septiembre de 1863.