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En el marco de la misión diplomática encomendada a Juan Pablo Duarte en Venezuela y en otras naciones de América del Sur, hizo contactos en la patria de Bolívar con diversos sectores, incluyendo la prensa. Mantenía relación con el dueño del periódico caraqueño El Federalista, Felipe Larrazábal, gran amigo suyo y del pueblo dominicano. Se citan fragmentos de un largo texto, sin firma, publicado en la edición del 13 de enero de 1864:
“Ya aquí no hai partidos, ni colores, ni banderas políticas; todos nos hemos unido para combatir la tiranía i la usurpación, i sostendremos a todo trance nuestro glorioso pabellón, emblema de tantos triunfos. Hazte cargo que tenemos las simpatías de toda la América y de la Europa Liberal, aún en la Península, si según me dicen, hai Liberales en España, i que esta es cuestión de honor para los dominicanos así como para España, si comprende su papel, lo será del mismo modo en hacernos justicia. Todo consiste en que los buenos españoles empiecen a ver claro en este asunto, no tratando de extraviar la opinión con quijotada de echarse sobre Santo Domingo, para destruirle i ejercer una venganza que solo deben emplear con los que engañaron a la Nación española…”
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El mismo periódico, en un editorial titulado Una Idea, del 21 de enero de 1864, expresaba:
“Suplicamos al Gobierno, le rogamos encarecidamente que tome en consideración lo siguiente idea.
“Mándese a la Corte de Madrid un Enviado especial que salga inmediatamente a presentar ante el trono de Isabel II, la mediación de Venezuela, su instancia amistosa por la libertad de Santo Domingo. Que se empeñe la importancia de Venezuela, si alguna tiene, a los ojos de la Majestad española, en favor de nuestros hermanos que combaten por la santa causa de su independencia…”.
Independientemente de las opiniones encontradas sobre la respuesta del Gobierno Provisorio de la Restauración ante el deseo del Patricio de participar de la lucha de liberación en nuestro territorio, y ser Ulises Francisco Espaillat el vicepresidente en funciones de ese gobierno; fue precisamente él quien en marzo de 1876, al tomar posesión de la presidencia de la República, evocó el legado del Patricio:
“..hay, sin embargo, un mártir que languidece abandonado de los suyos en suelo extraño, y es justo, es decente que los dominicanos se impongan alguna privación para que tengan un pan que enviar a uno de los próceres de nuestra independencia”. Propuesta apoyada calurosamente por miembros de su gabinete, especialmente Gregorio Luperón, José Gabriel García, Mariano Antonio Cestero y Manuel de Jesús Galván. Llegó a plantearse la compra de una de las casas que habían pertenecido a la familia Duarte-Díez para preparar el regreso al país del Padre de la Patria, lo cual quedó solo en hermoso proyecto. El 15 de julio de 1876, Duarte fallecía en Caracas, a las 3 de la madrugada.
En la carta de pésame enviada a Rosa y a Francisca Duarte por la partida del prócer dominicano, el presidente Espaillat expresaba, el 24 de agosto de 1876:
“Uno de mis primeros pensamientos al llegar a la Presidencia fue el de llamar la atención nacional sobre la suerte del mártir del patriotismo que acaba de sucumbir en ese país. (…).
“Que sus restos encuentren pacífico descanso en esa tierra hospitalaria mientras la Patria pueda disponer su digna traslación! Que la gloria que cubre su nombre ante sus compatriotas y los extraños sirva de consuelo a vosotras los seres queridos que dejó en la tierra!”.