Duarte, las sufragistas y la libertad

Duarte, las sufragistas y la libertad

En medio de un tiempo de reconstrucción de la soberanía perdida por la intervención del imperialismo en nuestro país en 1916, para entonces a siete décadas de la proclamación de la Independencia Nacional de 1844, y cuando se articulaba el movimiento sufragista de vanguardia, las maestras normales, sus principales precursoras, recurrieron a la obra de Juan Pablo Duarte para describir el prototipo de hombre político trascendente y necesario, a quien llamaron «prohombre» y de quien reconocieron estar «iluminado» por la causa de la libertad plena. Recordemos que la libertad, en el más amplio ejercicio, siempre ha sido la causa feminista.

Una de las evidencias de los loores que rendían al patricio lo revelan -en el registro histórico que constituye la revista Fémina- las publicaciones de las cartas de Juan Pablo Duarte a sus hermanas y a su madre, para que las sufragistas de vanguardia replicaran en sus luchas el desprendimiento de nuestro fundador de la República, tal como expresa la misiva fechada el 4 de febrero de 1844, en Curazao, y que publican en enero de 1927:

«Mi querida madre y hermana: El único medio que encuentro para reunirme con ustedes es independizar la patria. Para conseguirlo se necesitan recursos -recursos supremos!- y cuyos recursos son: que ustedes de mancomún conmigo y nuestro hermano Vicente, ofrendemos, en aras de la patria lo que, a costa del amor y trabajo nuestro padre, hemos heredado. Independizada la patria, puedo hacerme cargo del almacén (…)»

En Duarte, nuestras pioneras del sufragismo, reconocían la estirpe de los hombres liberales y progresistas, sus aliados en la lucha por alcanzar derechos civiles y políticos plenos.

Y es por eso que reeditaban los ensayos de liberales coetáneos a ELLAS para resaltar su memoria. Así, aparecen firmados escritos sobre la obra ensayística del ilustre fundador de la República Dominicana de Juan Tomás Mejía Cotes, Federico Henríquez y Carvajal y Ernesto Henríquez, quien en enero de 1928 escribe: «No era empresa fácil, ni nunca lo ha sido, la de recuperar un bien perdido (…) y más difícil es -tratándose de la libertad- conquistar un bien que nunca se ha disfrutado (…) correspondió a Duarte, creando La Trinitaria, este arduo problema resolver».

La obra libertaria del benemérito inmortal era similar a la que sentían ELLAS, pues un siglo después de febrero de 1844, aun las mujeres no tenían el reconocimiento de sus derechos políticos y sociales en el país.

Por lo que, a decir de la educadora Ercilia Pepín, se necesitarían nuevos «Duarte» para obtener en alianza no solo el derecho al voto, también recuperar la política por y para el bien común de dominicanos y dominicanas, tal como expresa en el poema que en enero de 1928 dedica a sus discípulas de Fémina:

«Alma de DUARTE (sic), renace para que animes la patria, y des a los hombres nuevos, el valor de los de ayer; para que pongas tu alteza en los nuevos corazones, y a los hombres que se rinden, tú le inyectes tu fe! (…) Resucita!… Resucita… Toma a la patria otra vez! Muéstrate a todos cual eres, para que todos te miren y señala a los enfermos del mal del ambiente insano, el sendero que conduce al sacrosanto DEBER!….».

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