Duarte, reforma  haitiana y reformismo dominicano

Duarte, reforma  haitiana y reformismo dominicano

Los procesos políticos suelen estar interconectados. Duarte, cuyo bicentenario de nacimiento conmemoramos este año, aprovechó la “reforma haitiana”, como la historia denomina el proceso iniciado por diputados vecinos que condujo al derrocamiento de Boyer en 1843, para materializar “la república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera” que Los Trinitarios habían puesto en “sus manos” al juramentarse en la sociedad secreta que creara 7 años antes.

En cierta forma este episodio inspiró un reformismo dominicano que, por definición, apunta a un movimiento social o político propiciador de cambios graduales para mejorar sociedades. Cambios enmarcados en leyes igualmente susceptibles de ser reformadas. Cambios continuos en función de la dinámica social y respetuosos de la legitimidad hasta el punto que nuestro padre Duarte llegó a sancionar la ilegitimidad al amonestar “Toda autoridad no constituida con arreglo a la ley…” advirtiendo que así “no tiene derecho…a gobernar ni se está en obligación de obedecerla”. Y al recordar que “Toda ley supone una autoridad de donde emana, y la causa…de esta esta es, por derecho inherente, esencial al pueblo…”

Por este apego a leyes legitimadas para propiciar cambios continuos, quien sabe en qué medida, Balaguer, inspirado en ese “Cristo de la Libertad” dominicana que fue Duarte, adoptó el reformismo como praxis política y aspiró dejarlo plasmado en una impronta partidaria que expresamente constituyera al efecto: PRSC.

De Duarte admiró y exaltó Balaguer “la fe que mantuvo en sus ideales y la confianza que inspiró su causa…su pureza…sed de sabiduría y su amor a los estudios…serenidad…resignación…mansedumbre…” “Su inagotable sentido de indulgencia”. Que huyera “de los lugares de la vida de alegría y festín”. Que incursionara en política, que Duarte consideraba como “la ciencia más pura y la más digna después de la filosofía” y que saliera de ella “como un copo de nieve”.

Para el fundador del reformismo dominicano, las preocupaciones de Duarte no eran solo propias de próceres republicanos ni exclusivamente predicadoras: Consideró que Duarte sustentaba la independencia nacional en “la promoción de nuestro progreso material y el fomento de nuestros recursos naturales” y testimonió sus convicciones con tal  autenticidad  que “ofrendó…a la Patria su fortuna para morir…en…desnudez y pobreza”.

Ese progreso material y autenticidad de vida constituye el imperativo desafío del reformismo  de hoy cuando, al decir de Duarte, “los enemigos de la Patria están todos muy acordes en…destruir la nacionalidad”; incluyendo aquellos que al decir de Balaguer consideran el patriotismo como “una verborrea…de quienes se llenan la boca de viento y de basura” en lugar de la “acción constructiva permanente” dirigida con “desinterés personal absoluto” que Duarte predicó y practicó.

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