Duarte y la correcta identidad

Duarte y la correcta identidad

Rafael Acevedo

Para no pocas personas la identidad es tan solo un apellido, su familia, origen étnico, o color de piel; o una profesión, un determinado rol/estatus. Para otros tantos, su opción de identidad preferida puede ser su región o su nacionalidad, y hasta su club o su barrio. Y no faltan quienes su favorita identidad es ser liceísta, aguilucho u otra forma de sentido ser y pertenecer. Esas definiciones de la propia identidad no tienen problema alguno siempre que el sujeto pueda ubicarlas en el lugar que les corresponde en el conjunto de su personalidad, como parte de su identidad total, completa y verdadera. Nadie, pues, debe pensar que ser macho es lo que mejor define su identidad, puesto que solo se refiere a su sexo. Si acaso se trata de resaltar su bravura o su capacidad sexual, entonces lo hace en detrimento de otros aspectos de igual o mayor relevancia, teniendo entonces una identidad y personalidad desequilibradas. Tampoco es correcto auto definirse como un nacionalista o un regionalista a ultranza. El nacionalismo extremo es fanatismo. El regionalismo y el chauvinismo, son mecanismos de defensa que ponen el orgullo de ser del país como supuestamente superior a serlo de otros países. Lo cual es muy útil en tiempos de conflictos entre naciones, pero cuando lo exageramos no nos sirve para la convivencia universal.
Debe estar fuera de toda duda que Duarte logró definir con precisión el tipo de identidad que él entendía que debía tener su pueblo, el nuevo Estado fundado por él y los trinitarios. Estableció con claridad que se trataba de: Una nueva nación, de ciudadanos iguales ante Dios y la ley, independientemente de raza, origen, cultura, etnia o color, o condición u origen social. Lo cual implicó una declaración de no complicidad ni ligazón espuria con historias, culturas, razas, o etnias. Dos solas excepciones: La lengua castellana y la fe cristiana, que él y la mayoría de los fundadores y los habitantes del territorio de la nueva nación tenían en común.
La identidad nacional e individual que Duarte y los trinitarios aportaron, reúne los criterios sine que non de la correcta identidad: a) Sentido de diferenciación y pertenencia;
c) proyecto nacional, metas, intereses y valores comunes (no solo semejantes);
d) compromiso y solidaridad; e) no conflicto con los demás conciudadanos ni congéneres, excepto por cuestiones de valores y supervivencia del todo;
f) autonomía y libertad del individuo y del conjunto: desde la libertad material a la intelectual y espiritual. g) Sentido de totalidad, de ser parte del todo. h) También la identidad debe ser un valor, actitud y visión que abarque toda la personalidad del individuo (ser macho, liceísta, aguilucho o cibaeño no completan la identidad de un sujeto). g) La identidad correcta implica una visión de futuro y de compromiso con un orden de cosas deseado por todos que promuevan los valores de supervivencia, dignidad, igualdad, lealtad, amor solidaridad y libertad, de todos y cada uno.
Sin la definición duartiana de identidad nuestro país no marchará. Recuperémosla, ya es hora.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas