Dudas envuelven confesión Khaled

Dudas envuelven confesión Khaled

WASHINGTON  (AFP).- La confesión del paquistaní Khaled Cheik Mohammed sobre su responsabilidad en los atentados del 11 de setiembre de 2001 y otros treinta ataques perpetrados o planeados plantea interrogantes, tanto sobre la manera en que fue obtenida como sobre la credibilidad de la persona.

En una audiencia que duró poco más de una hora el sábado, Cheik Mohammed reivindicó proyectos de atentados, consumandos o no, en un documento escrito, una larga declaración en la que expresa de manera confusa su determinación de “guerrero”, según la transcripción, aún incompleta, publicada la noche del miércoles por el Pentágono.

Arrestado en mayo de 2003, el presunto terrorista, que aún no se ha reunido con un abogado, fue llevado por primera vez a juicio, ante un panel de tres funcionarios reunidos en Guantánamo y encargados de examinar su estatuto de “combatiente enemigo”, en vista de un eventual proceso ante un tribunal militar de excepción.

Para Eugene Fidell, experto en derecho militar, la transcripción es “una revisión exacta de lo que pasó”, aún si falta claridad y ningún testimonio puede precisar la apariencia física o el comportamiento de Cheik Mohammed.

   Pero para muchas asociaciones de defensa de los derechos humanos, las declaraciones del ex jefe del “Comité militar de Al Qaida” no hace sino reforzar las dudas sobre la manera en que fueron obtenidas tras varios años en las prisiones secretas de la CIA.

   La elección de los pasajes censurados “parece responder no a una exigencia legítima de seguridad, sino a un deseo de evitarles la vergüenza a los responsables del gobierno y de esconder la utilización de técnicas de interrogación ilegales”, denunció el Jameel Jaffer, abogado de la ACLU, la American Civil Liberties Union.

   Pero el presidente del tribunal hizo en varias ocasiones referencia a las acusaciones de tortura, y Cheik Mohammed, que se expresa en un inglés bastante malo, afirma que esas técnicas lo obligaron a incriminar falsamente a otros detenidos.

   Esto le resta credibilidad a su confesión sobre sus propias acciones: del 11 de setiembre al atentado de Bali, del asesinato del periodista Daniel Pearl a un plan para destruir el Canal de Panamá. “El reivindica una gran responsabilidad en incidentes terroristas menores a los que nunca estuvo ligado”, ironiza Geoffrey Corn, ex abogado militar y profesor de derecho en Texas (sur).

   En caso de abrirse un proceso, si los principales fundamentos del derecho estadounidense son respetados, la acusación no se podrá sostener únicamente en sus declaraciones para obtener la condena de Cheik Mohammed: “una confesión debe ser corroborada con pruebas”, explica Corn.

   Para el jurista militar como para John Sifton, investigador de Human Rights Watch, las declaraciones del presunto terrorista muestran los límites del acercamiento militar en los asuntos de terrorismo.

   En su larga declaración, Cheik Mohammed se presenta como un combatiente que lucha contra un opresor, de la misma manera en que George Washington se alzó en armas contra el poder británico para obtener la independencia de Estados Unidos.

   “Es evidente que parece confiar en ser tratado como un combatiente”, explicó Corn. “Deberá ser tratado como un criminal, más que como un combatiente enemigo”, agregó Sifton.

   Algunos sin embargo lo toman en serio, como el jefe de la minoría republicana en la cámara de representante del Congreso estadounidense, John Boehner, que dijo en un comunicado que esto es “un recordatorio de que estamos en una guerra mundial”, asegurando que “el enemigo” amenaza siempre “la seguridad de las familias estadounidenses”.

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