Duelo de los médicos por muerte pacientes es poco visible; sicólogos, enfermeras igual sufren

Duelo de los médicos por muerte pacientes es poco visible; sicólogos, enfermeras igual sufren

Fallecimientos repentinos, incluidos suicidios, o por males crónicos laceran personal

El deceso de personas cercanas, hijos, padres, madres, abuelos, amigos y otro largo etcétera, hiere, marca. Es un duelo que puede extenderse por años. Pero hay otros que igual lo sufren: el personal de salud, médicos, enfermeras, sicólogos, sobre todo cuando han tratado por largo tiempo a ese paciente y creado un fuerte vínculo, incluso con su familia.

Algunos han llegado hasta a profundas depresiones por el dolor de la pérdida y la sensación de fracaso que les lleva a pensar que no hicieron lo suficiente por salvarle. Sin embargo, ese sufrimiento es ignorado, desconocido, porque la gente asume que estos profesionales están acostumbrados a la muerte y son insensibles a sus garras.

El ginecoosbtetra oncólogo Tomás Ventura y la sicóloga Ivonne Guzmán recuerdan que los médicos son los que informan a los parientes sobre el diagnóstico y por tanto, están más expuestos a comprometer sus emociones por la interacción.

En enfermedades terminales la angustia es mayor. Para edificar a los parientes, en muchas ocasiones ayudan profesionales de la salud mental, sicólogos, siquiatras y esto los involucra también.

“En esos casos, es muy probable que necesiten acompañamiento sicológico. Por el mismo hecho de no aceptar los resultados y confrontar a los trabajadores de la salud para que den otro, resulta en una situación incómoda. Médicos, enfermeras y sicólogos acompañan y comprometen sus emociones o no, dependerá de su personalidad”, plantea Guzmán.
¿Por qué hiere? Ventura explica la razón del dolor. Tres factores son golpeados, el ego, el aspecto humano y el de la proyección de éxito.

Este especialista que en oncología maneja enfermos crónicos, y en ginecología embarazos de cuidado, indica que es difícil acostumbrarse al fracaso. El paciente es la obra de arte que moldea con esmero.

En el caso de las gestantes, la relación es tal que el médico la ve diez “meses lunares”, convive con el niño que está en el vientre, con el papá y el resto de la parentela, que llama a cualquier hora para informar eventualidades.

Los enfermos terminales, por lo general llegan referidos por un conocido común y abren un capítulo para la amistad, para la compenetración creada por la frecuencia de las consultas y por el afán de hacer el mejor trabajo y aunque sepa que hay pocas posibilidades, al médico igual le desgarra el desenlace fatal.

Mas, no solo pasa con el paciente de largo trato. Lo mismo con las parturientas de hospitales públicos, por ejemplo, que un ginecólogo atiende por única ocasión, pero que dura hasta seis horas en labor de parto, lapso que le permite desarrollar nexo. La compara con un miembro de su familia.

En todos los casos, es una tragedia el fallecimiento porque es perdida una batalla y es doble el cansancio arrastrado.

“El cerebro empieza a pasar una película múltiples veces, con un final distinto y esto tortura. Una cosa es aceptar y otra acostumbrarse a la muerte, por eso luchamos por salvar vidas. Gladiadores que vamos a la arena dispuestos a vencer. A veces pasan años y amaneces con esa muerte en la cabeza”, lamenta Ventura.

¿Quién ayuda? Entre los síntomas del duelo cita falta de sueño, angustia, pérdida de la libido, sensación de inutilidad. Esto agravado por la ausencia de consuelo. A diferencia de los familiares, nunca les dicen-lo siento mucho- “nadie da un abrazo, porque piensan que estás adaptado a eso”.

Expone que no existe centro ni programa para que el personal de salud maneje esa tragedia. Es necesaria asistencia, soporte. Buscar ayuda para curar pero que exista la adecuada.

Ventura plantea la necesidad de esa asistencia porque los médicos nunca dejarán de compenetrarse con sus pacientes.

Las enfermeras también. Aunque en menor grado porque no tienen contacto frecuente con los afectados, salvo en casos de internamiento y de modo esporádico en las consultas, las enfermeras establecen una relación en ocasiones muy sólida, lo que hace que la pérdida les impacte, les lacere.

LA CLAVE

Dolor de enfermera
“Llegué a un agrado de amistad tal con una paciente de cáncer que nuestros hijos salían juntos a jugar. Imagine el desgarre que sufrí cuando esa enfermedad la arrebató de mi vida y de la mis hijos. Otras muertes me han impactado mucho pero sigo fiel a crear empatía ”, expone Clara Luz Miguel.

Consejos
Ayudará a aliviar el duelo entender que cada persona es única e irrepetible, las citas de control, dar participación a la familia sobre la enfermedad, invitarla a tomar acciones concretas para mejorar la calidad de vida del enfermo ¿Por qué todo esto? Guzmán, directora del Centro Profesional Psicólogos Unidos, responde: “Porque una buena relación médico-paciente ayuda a superar los eventos críticos y evita sentir fracaso o culpa ante la pérdida o cronicidad de una enfermedad”.
Males mentales / suicidio
El caso de los pacientes de enfermedad mental representa para el profesional de la salud un gran desafío. La especialista explica que son inmensas las variables que pueden estar asociadas a una patología. La muerte por suicido es la que deja mayor incertidumbre y preguntas sobre el abordaje a ese ser humano. Sugiere reconocer que muchos visitan el consultorio con la decisión ya tomada.
Lo que más recomienda son actividades de autocuidado y diálogos con grupos de apoyo, comprender que es normal sentir tristeza, sensación de pérdida, culpa, o desesperanza, que hay que implicarse y confiar en que será superado el trauma, que esto es propio del servicio ofrecido. La esperanza, la misión es llevar salud.

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