En algún momento de nuestra vida nos enfrentamos a la dolorosa experiencia que representa perder a un ser querido, una mascota, un empleo o un objeto de valor afectivo. Es inevitable, ante estas situaciones, atravesar un proceso de duelo.
El duelo es un proceso psicológico normal y lo vivimos cuando enfrentamos una pérdida. Se caracteriza por un sentimiento de angustia intensa y dolor incuestionable. Suele ser un proceso confuso acompañado de sensación de continuidad y permanencia. Pese a ser un proceso necesario, con frecuencia las personas no están preparadas para enfrentar los sentimientos que lo acompañan.
Este conjunto de sentimientos que caracterizan el duelo pueden constituirse en un mecanismo de protección emocional que permite establecer un distanciamiento ante un suceso que nos afecta. Suele terminar cuando logramos descargar ese peso emocional.
Vivir el duelo incorrectamente puede ocasionar problemas físicos, emocionales, espirituales y cognitivos. Dificulta concentrarnos y pensar. Podemos experimentar aislamiento social y presiones económicas. Lo profundo de nuestro dolor parece convencernos de que nadie puede ayudarnos o de que no podremos sobrevivir, no entendemos nuestra vida.
Cuando tratamos de ignorar o demorar el duelo, este encuentra un camino para hacerse conocer. No se evaporará si lo ignoramos.
Las personas que viven el proceso del duelo experimentan cinco fases que son: negación, rechazo y aislamiento, expresión de rabia, depresión y resolución o aceptación. Estas no se dan en un orden fijo.
[b]RECOMENDACIONES PRÁCTICAS[/b]
Cuando enfrentamos una situación traumática, es favorable recordar algunos elementos que nos permiten manejar esta experiencia de manera más sana:
Dáte permiso para estar en duelo, no te resistas.
Dáte permiso para estar mal, necesitado, vulnerable…Puedes pensar que es mejor no sentir el dolor, o evitarlo con distracciones y ocupaciones pero, al final, el dolor saldrá a la superficie. El momento de dolerte es ahora.
Acepta el hecho de que estarás menos atento e interesado por tus ocupaciones habituales o por tus amistades durante un tiempo, que tu vida va a ser diferente, que tendrás que cambiar algunas costumbres…
[b]SIENTE EL DOLOR DENTRO DE TÍ[/b]
Permanece abierto al dolor de tu corazón. Siente y expresa las emociones que surjan, no las pares. No te hagas el fuerte, no te guardes todo para tí, y con el tiempo el dolor irá disminuyendo.
Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo…por la muerte de tu ser amado, es el único camino para cerrar y sanar la herida por la pérdida.
[b]DÁTE TIEMPO PARA SANAR[/b]
No te hagas, pues, expectativas mágicas. El duelo, como todo proceso emocional, toma su tiempo para sanar. Mientras vives el duelo deberás prepárarte para las recaídas. Hoy puedes estar bien y un suceso inesperado, una visita, el aniversario, las Navidades, te hacen sentir que estás como al principio.
El momento más difícil puede presentarse alrededor de los 6 meses del fallecimiento, cuando los demás comienzan a pensar que ya tienes que haberte recuperado.
[b]SÉ PACIENTE CONTIGO MISMO/A[/b]
Aunque las emociones que estás viviendo pueden ser muy intensas y necesitar mucha energía, son pasajeras. Procura vivir el momento presente, por duro que sea. Sé amable contigo mismo/a. Recuerda que el peor enemigo en el duelo es no quererse.
[b]APLAZA LAS DECISIONES IMPORTANTE[/b]
Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo, marcharte a otro lugar…es preferible dejarlas para más adelante. Seguramente, ahora no puedes pensar con suficiente claridad, y podrías más tarde lamentarlo. No suele ser tampoco conveniente iniciar una nueva relación afectiva (nueva pareja, otro embarazo…) mientras no hayas resuelto adecuadamente la pérdida.
[b]NO DESCUIDES TU SALUD[/b]
Pasados los primeros días puede resultarte muy útil que te hagas un horario (hora de levantarte, comidas, hora de acostarte…) y lo sigas. Aliméntate bien y cuida tu cuerpo. No abuses del tabaco, alcohol, tranquilizantes, etcétera.
Si para ayudarte en estos momentos tienes que tomar algún medicamento, que sea siempre a criterio de un médico y nunca por los consejos de familiares, amigos y vecinos bien intencionados. Recuerda que tomar medicamentos para «no sentir» puede contribuir a cronificar el duelo.
[b]BUSCA Y ACEPTA EL APOYO DE LOS OTROS[/b]
Sigue conectado con los otros. Necesitas su presencia, su apoyo, su preocupación, su atención… Dále la oportunidad a tus amigos y seres queridos de estar a tu lado. Piensa que pueden querer ayudarte, pero no saben la manera de hacerlo. Pueden temer ser entrometidos o hacerte daño si te recuerdan tu pérdida. No te quedes esperando su ayuda y pídeles lo que necesitas.
[b]PROCURA SER PACIENTE CON LOS DEMÁS[/b]
Ignora los intentos de algunas personas de decirte cómo debes sentirte y por cuanto tiempo. Sentirás que algunas personas no comprenden lo que estás viviendo. Intentarán hacer que te olvides de tu dolor. Comprende que lo hacen para no verte triste. Piensa que quieren ayudarte, pero que no saben como hacerlo. Busca personas de confianza que te permitan «estar mal» y desahogarte sin miedo cuando lo necesites.
Confía en tus propios recursos para salir adelante.
Recuerda como pudiste resolver otras situaciones difíciles de tu vida. Repítete a menudo: «algún día encontraré mi serenidad».
DESAHÓGATE
Es importante que la persona afectada hable de su dolor a otro que lo escuche con interés. De esta manera comparte su experiencia y la repite simbólicamente, en un ejercicio que permite desahogarse.
[b]INFÓRMÁTE[/b]
Conviene conocer los aspectos implicados con la pérdida y el proceso del duelo, de tal forma que la persona sepa que se trata de algo normal y momentáneo.
[b]CONFRONTE SUS SENTIMIENTOS[/b]
El dolor y la desazón que se experimentan no se resuelven negándose a aceptar la pérdida. Más importante que los cambios en el mundo exterior resultan los procesos mentales (internos) que llevan a culminar el proceso del duelo. No consumas tu energía negándote a vivir tu duelo. Negarse es un esfuerzo fallido de borrar los recuerdos que sin duda alguna traerán dolor.
[b]CONSERVA ALGUNOS RECUERDOS[/b]
Algunos profesionales recomiendan guardar algunas pertenencias que se consideren valiosas en términos emocionales. Guardar todo tal y como quedó o botar compulsivamente hasta el último detalle relacionado con la persona perdida, es igualmente inconveniente. Estas decisiones deben tomarse una vez haya terminado el duelo de manera sana.
Siempre que sientas que no puedes manejar tu duelo o que este se te ha salido de las manos, acude sin temor a un profesional con experiencia en acompañamiento de duelo.