Dulces recuerdos

Dulces recuerdos

Dulcificar la memoria con esos recuerdos es motivo, talvez, de añoranza para muchos, debido a que de la misma manera que han desaparecido de la cotidianidad, también se ha ido parte de aquella inocencia que caracterizaba a la niñez dominicana

POR NELLY RAMÍREZ
Que levanten las manos los adultos jóvenes contemporáneos que saborearon un rico caramelo relleno de coco o una paleta de las denominadas de “El Chavo”, o talvez un “pilón”, el tan ocurrente gofio con el que se solía hacer maldades a los amiguitos al hablar con la boca llena, los palitos de coco, las “canquiñas latigosas”, la paleta de diferentes sabores, el conconete, el jalao, los besitos, en fin un sinnúmero de dulces que ya no son tan comunes como en años anteriores, sino que por lo regular se encuentran en lugares específicos en los que se ofertan productos típicos del país, casi siempre como atractivos a extranjeros o personas que quieren regalarlos como souvenirs.

Estos dulces del recuerdo, que en algunos momentos fueron parte de los juegos vespertinos de los niños de ayer y adultos de hoy, ya sólo se consiguen en establecimientos como La casa de los dulces, Cosas del país o en alguna parada en las carreteras cuando se viaja hacia el interior del país.

Estos caramelos,  por lo regular eran pregonados en las calles de Santo Domingo, hace algunos años, como lo era también el desaparecido manicero mercandeando el maní tostadito, calientito y saladito que vendía en una lata con candela debajo, los jalaos, conconetes, palitos de coco y otro más son parte de la cultura dominicana, conjuntamente con los juegos de aquellos tiempos.

Dulcificar la memoria con esos recuerdos es motivo talvez de añoranza para muchos, debido a que de la misma manera que han desaparecido de la cotidianidad,  también se ha ido parte de aquella inocencia que caracterizaba a la niñez de otras generaciones.

Quizás las generaciones más recientes no conozcan esta parte de la cultura gastronómica dominicana, que se utilizaba como meriendas o postres de los niños y niñas.

Era común para entonces pedir dinero a los padres, para sentarse por las tarde al frente de la casa a esperar a que pasaran los pregoneros para comprar algún caramelo de los mencionados, los que aún pueden aparecer en colmados, pero no tan frecuente como antes.

También, mientras las niñas y niños jugaban el ya desaparecido juego “Arroz con leche”, saboreaban un pilón, una paleta, gofio u otras meriendas.

Tanto esos dulces recuerdo como los juegos prácticamente han pasado a un segundo o talvez quinto lugar para dar paso a novedades del momento. Ahora es posible que el niño pida dinero no para un “pilón” o palito de coco, sino para comprar un “barquito o bonito” relleno de mermelada de fresa o un helado de pistacho.

Igualmente aquellos juegos que iban acompañados de esos dulces, también han desaparecido para dar paso a los digitales como son los más sofisticados nintendos, game boy y las computadoras.

República Dominicana es rica en tradiciones, cada generación tiene su encanto, y aunque es fabuloso que haya llegado la tecnología y modernidad en todos los ambientes, hoy día muchas instituciones culturales han creído pertinente rescatar parte de aquella cultura, por entender que es parte del folclor.

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