Duplicidad y ausencia de continuidad

Duplicidad y ausencia de continuidad

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
Los gobiernos que hasta el presente hemos tenido han adolecido de dos grandes fallos, que podemos catalogar de catastróficos para la institucionalidad, a saber: a) la duplicidad, y b) incoherencia en cuanto a la continuidad del Estado.

Actualmente, el señor Presidente anunció con bombos y platillos la construcción del Complejo Hospitalario Ciudad de la Salud, destinando noventa y seis mil metros cuadrados en la zona Este de la capital, para albergar centros hospitalarios con las mismas características que la Plaza de la Salud, que se ha quedado trunca en la terminación de los centros que la debían componer, porque la misma fue ideada y construida por el gobierno del doctor Balaguer. Nuestros presidentes, con la individualidad que les ha caracterizado, parecen rebajarse en su fuero interno, si continúan o terminan obras de otros mandatarios.

El ejemplo más fehaciente para demostrar la ausencia de continuidad, son Invivienda Santo Domingo e Invivienda Santiago. En un país con un déficit habitacional tan extremo, estos dos complejos habitacionales han sido dejados a su suerte, después que el gobierno de Salvador Jorge Blanco los iniciara con la consigna de «así es que se reduce la falta de viviendas». Ni el doctor Balaguer, tampoco el primer gobierno del doctor Fernández ni el del mismo partido, el de Hipólito Mejía, hicieron esfuerzos para terminarlos. Podemos afirmar que la gran mayoría de los que se encuentran habitados han sido terminados o habilitados por las personas que los ocupan.

En donde verdaderamente hay no una duplicidad, sino un «caos oficializado», es en el transporte, en donde abundan las siglas sonoras como AMET, OTTT, OPRET, ONATRATE, OMSA y la que se supone es la reguladora, la Dirección General de Tránsito Terrestre (DGTT). Decimos que hay desorden anárquico en circulación, no sólo en la ciudad de Santo Domingo, sino en el país entero, porque los ciudadanos no respetan ni a la Policía Nacional, ni aún menos a la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET) no obstante estos últimos señalar que imponen más de dos mil contravenciones diarias. Transitar por una vía prohibida en la ciudad tiene el justificativo de “el Metro”. La calle aledaña está obstruida por trabajos ejecutados por la OPRET y los conductores se sienten con el derecho de «hacer lo que les venga en ganas», porque de ordenamiento del tránsito, la OPRET sólo tiene las letras RE, que significan reordenamiento, pero vaya usted a saber de qué, ya que del transporte no lo es.

Creo que son incontables los planes de desarrollo, proyectos, programas y ordenamientos que se encuentran archivados en los diferentes estamentos del Estado Dominicano. Cualquier advenedizo que tenga la condición de ser extranjero es escuchado y hasta tenido por un experto, cuando esboza algunos de estos ambiciosos proyectos, que una vez iniciados son abandonados a su suerte por el gobierno de turno y los por venir. Tenemos los ejemplos del tren desde Haina hasta Santiago. El puerto de Manzanillo, un proyecto billonario de un jeque árabe en Montecristi, el tranvía de Santiago, el puente que uniría el Malecón con la avenida España y hasta la utopía de la Isla Artificial frente al Malecón. Nada más falta que un «ilusionista» proponga un túnel que una la isla Hispaniola con la de Borinquen. De ese modo, quedarían anulados los viajes en yolas y hasta podríamos prescindir del ferry. Un precedente de este ambicioso proyecto se pensó cuando unos «genios» idearon echar un cable para que Puerto Rico nos suministrase electricidad.

En el campo agropecuario tenemos también una gama de organismos que tienen organizaciones que duplican las acciones que ejecuta la Secretaría de Estado de Agricultura. Ahí abundan las siglas: IDIAF, CEDAF, IIBI, IAD, Codocafé, Intabaco y comisiones de cacao, arroz, ajo, etc. Si la estructura matriz funcionase como en países con disciplina institucional, no se tendría que llegar a la selección de auxiliares en las distintas ramas de la agropecuaria.

Mientras nuestro país no se aboque a evitar la duplicidad de esfuerzos y le otorgue prioridad a la continuación de obras que de no continuarse se arruinarían, con la consecuente sangría de pérdida de recursos económicos, no saldremos del marasmo que representa el subdesarrollo. Debemos copiar, no el ejemplo de las grandes potencias, sino de países que hace algunos años estaban en nuestro nivel y hoy, por su disciplina, planeamiento y trabajo, nos hacen donativos. ¿No es verdad Taiwán? Y qué decir de Singapur, Malasia. Esos denominados «Tigres Asiáticos», deben ser nuestro norte.

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