Dura realidad

Dura realidad

JOSE R. MARTINEZ BURGOS
La política es un teatro de identificaciones porque es la mejor regulación de lo imaginario, porque representa la identidad, que finge una densidad cuasi real. Hay o no existe algo idéntico? Absolutamente nada. Una pequeña unidad, tal vez una mínima imaginación humana mediante la cual los malentendidos pueden sustentar con su lenguaje sus apetencias o sus ambiciones que por suerte, al menor soplo se desmoronan. Para obtener resultados positivos el político es capaz de dar vuelta a la tuerca de la ficción, para que su pose llegue a ser creíble. Inventar al enemigo.

Hacerse curandero o médico para curar la enfermedad de la sociedad aún cuando corra el riesgo de contagiarse con la infección mortífera que nos arropa.

Ahora, la realidad es dura, a pesar de haber quedado atrás el Trujillismo sin Trujillo, que degradó de nacionales a nacionalistas en busca de enemigos acorde? Acaso tenemos algún género de responsabilidad por las catástrofes, las masacres dominicanas en las calles, por los incendios, terremotos, los salvajes atracos y violaciones de mujeres y niños y los robos de los bancos?. Desde el pasado gobierno, no somos los mismos, vivimos otra realidad y de otra manera, estamos irritados, frustrados y hundidos en la basura con la bestialidad como estandarte contemplando cada día escenas de dolor de niñas y niños violados, mujeres asesinadas por sus esposos o amantes. Que horror!!! Ya lo que se quiera o se piense no vale nada, ya no sabemos ni siquiera lo que es verdad. Pero a pesar de todo, la buscamos con la esperanza del naufrago, porque, la vida, sin la búsqueda de la verdad, no tiene sentido. Creemos que este tipo de cosa, no se eligen, vienen con los genes.

Todo parece decirnos, que la dura realidad en estos tiempos de socialización de las apariencias, es tener o llevar uno, dos, media docena de guardaespaldas, porque ahora quien no lleva escolta resulta ser un don nadie, porque el ángel de la guarda, le ha salido un competidor, los protectores a medio o a tiempo completo. La ciudadanía, tiene sus conclusiones, aunque elementales, una, que al quien necesita una escolta y tienen derecho a ello, pero también piensa, que el principio de autoridad está moribundo, pues, ¿quién protege a los escoltas??. En la acción terrorista no hay distinción de víctimas, hasta los fantasmas se llevan su buena parte. La verdad es que nuestra democracia está herida o sufre una enfermedad muy grave, parece que lo de Irak, también se ha vengado de nosotros, poniendo en duda la eficacia de los mecanismos de control y que se han falsificado los aspectos de la seguridad colectiva. Todo hace pensar que la democracia está pasando por un período de fragilidad, por lo que cede fácilmente a la más mínima presión de los delincuentes y a los objetivos de los grandes poderes económicos y sociales, independientemente de la posible legalidad que a veces es confundida con los métodos utilizados para lograrlos. Pero merece insistir que la realidad en que vivimos actualmente, es producto del debilitamiento de los sistemas de control de gobiernos que permiten adoptar decisiones incorrectas ausentes de los principios que norman la obtención de la seguridad para los ciudadanos.

Es por esto que el combate entre los organismos de seguridad del Estado y los delincuentes, los primeros lucen débiles frente al enemigo y por tanto resultan un combate desigual y el pueblo observa atónito y como los pandilleros dominan en los barrios y como sus mujeres son violadas sin poder hacer nada. Ojalá que no suceda una rebelión que los ciudadanos afectados y no afectados, decidan hacerse justicia con sus propias manos y medios que dispongan.

Hay que tener presente que nuestro pueblo no sufre de amnesia y fácilmente podría reescribir la Historia. Es necesario recordar, que desde que se recobró la democracia, la tentación de algunos ha sido reinventada.

No se puede confiar en la amnesia de las gentes, el drama, es la dura realidad que nos ha tocado vivir: «Los delincuentes libres y los ciudadanos atemorizados y llenos de miedo». Y los políticos a la sombra gozando sus teneres y burlándose de la gente. ¿Serán los delincuentes pandilleros a las órdenes de ciertos políticos? Eso es difícil determinarlo. Mejor, meditemos y observemos la dura realidad y luego, decidimos qué hacer.

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