Durán, Morzón, Argüllo y Chávez, cuarteto explosivo del boxeo

Durán, Morzón, Argüllo y Chávez, cuarteto explosivo del boxeo

POR CARLOS NINA G.
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Carloz Monzón, cuando enfrentó al dominicano Ramón Sánchez Rosa en septiembre de 1970, recibió castigo y hasta fue puesto de rodillas en el piso, pero el argentino tuvo una reacción mortal y desapachó al quisqueyano por nocaut. Ahí mismo terminó, prácticamente, la carrera del pugilista criollo que tenía una pegada verdaderamente  demoledora.

 Monzón, quien hace varios años murió en un fatal accidente automovilístico, dejó un expediente de 102 peleas de las cuales sólo perdió tres y empató nueve.

Los analistas lo colocan como el segundo mejor boxeador hispano en la historia del boxeo…¡sólo por debajo del Roberto Durán!.

La grandeza de JC Chávez

Julio César Chávez: ¡La leyenda mexicana!

Así se le puede llamar, en base a una opinión de credibilidad, a este excelente boxeador mexicano.

Los expertos lo ubican en el escalón número tres (3) entre los mejores boxeadores hispanos de todos los tiempos. Roberto Durán (1), Carlos Monzón (2) y JC Chávez (3)…ese es el orden que figura en la selecta lista de los más connotados analistas para resaltar lo excelso del boxeo hispano.

El dos de mayo de 1980 se produjo el debut (profesional) de quien, en poco tiempo, iba a ser calificado como «el mejor boxeador del mundo libra por libra».

Andrés Félix, también debutante peleador mexicano, fue la primera víctima de JC Chávez. Félix fue noqueado en el sexto round. La pelea había sido pactada a esa distancia. El primer hecho trascendente en la brillante carrera de este superbo gladiador azteca se registró en 1984 cuando conquistó la corona del peso superpluma (o ligero júnior) que tenía el aval de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).  JC Chávez, quien ya había dado señales de que sería una superestrella de las 16 cuerdas, noqueó en el octavo round a Mario Martínez, un boxeador estaodunidense de raíces mexicacanas nacido en la ciudad de Los Angeles, California. Tres años después, en 1987, el anestesiante pugilista mexicano tenía un gran reto: Enfrentar a un eficaz boxeador puertorriqueño. Se trataba de Edwin Rosario, uno de los más eficientes boxeadores del momento.

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