Duras realidades afectan promesas

Duras realidades afectan promesas

POR ED CROOKS Y FIONA HARVEY
La promesa de los biocombutibles siempre sonó demasiado buena para que fuera cierta. Una tecnología que redujera la dependencia de los suministros del petróleo de países poco amistosos, que ayudara a combatir el calentamiento global y que ofreciera una excusa para distribuir generosos subsidios a un grupo con poderosos intereses políticos: no sorprende que en Estados Unidos, Europa y Asia haya sido acogida con tanto entusiasmo.

Pero en los últimos meses, muchas de las virtudes a favor de los biocombustibles han demostrado no estar en consonancia con la realidad. La primera generación de biocombustibles, el etanol a partir de cereales y el biodiesel son costosos, suelen tener un mérito ambiental cuestionable, y no pueden sustituir más que una fracción de la demanda de petróleo de mundo

El etanol de Brasil a partir de la caña de azúcar, una alternativa más barata y limpia, es viable internamente, pero está limitada por barreras comerciales. La segunda generación de biocombustibles, como el etanol de celulosa, producido a partir de los desechos vegetales, todavía está a muchos años de una producción comercial.

En Europa y EEUU los políticos han seguido manteniendo la fe. El proyecto de ley de energía que está en discusión en el Congreso de EEUU ordenaría el uso de 36 millardos de galones de biocarburantes en 2022, muchos más que los 8,5 millardos del año próximo. Porsu parte, los gobiernos de la Unión Europea acordaron una meta de que el 10% de los combustibles para el transporte provenga de los biocombustibles en 2020. Sin embargo, algunas voces disidentes se están dejando escuchar  más alto.

Claude Mandill, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía, el regulador de la energía de los países ricos, dijo al Financial Times: “Estamos a favor de los biocombustibles por la sencilla razón de que son líquidos, por lo que resultan una de las pocas alternativas serias al uso del petróleo como combustible para el transporte.

“Pero tenemos que observar seriamente los costos, y la cantidad real de reducción del dióxido de carbono que aportan. Y el problema, desgraciadamente, es que la producción de biocombustibles en la UE y EEUU no logra muy buenas marcas en esos medidores.”

Los aspectos económicos de la producción de biocarburantes se han puesto en peligro por el fuerte aumento en los precios de las materias primas agrícolas, como el maíz. Aunque  la demanda de granos de los productores de biocombustible no es la única razón. Una caída en la producción y malas cosechas debido al clima adverso también tienen parte de culpa.

Sin embargo, el aumento en los precios de los alimentos constituyen una amenaza seria para la industria. Los precios de los insumos para la alimentación animal se han incrementado mucho, lo que conduce a márgenes de rentabilidad mucho menores para las compañías de biocombustibles, y a problemas en la obtención de suministro.

El entusiasmo de los inversionistas por las compañías de biocombustibles ha estado mermando gradualmente. En EEUU, la oferta pública inicial de la semana pasada de Bio Fuel Energy, un productor de etanol, fue decepcionante. En Europa se han producido fuertes caídas en los precios de las acciones de compañías como Verbio y Biopetrol en Alemania, y Biofuels en el RU

Al mismo tiempo, los ambientalistas han estado cuestionando los supuestos beneficios de los biocarburantes al medio ambiente. Las emisiones totales de dióxido de carbono del etanol de maíz probablemente sean solo ligeramente menores a las de la gasolina. Dependiendo del cálculo preciso que se utilice, el ahorro de las emisiones podría desaparecer del todo.

El biodiesel producido a partir de las plantaciones de aceite de palma en antiguas tierras de selva tropical en Indonesia puede generar más emisiones que el diesel tradicional.

En una conferencia del Financial Times sobre energía en Londres el martes, David Miliband, secretario para el medio ambiente del Reino Unido, pidió una norma internacional para los biocombustibles sostenibles, que garantice que no contribuyen a la deforestación o que compiten con los cultivos alimentarios. No obstante, esto le crearía un nuevo obstáculo a la expansión de la industria.

Hay dos formas en las cuales se puede mejorar el impacto económico y ambiental de los biocarburantes; abriendo EEUU y la UE al más barato, y más limpio etanol a partir de la caña de azúcar de Brasil, y desarrollando una segunda generación de biocombustibles. Desgraciadamente, ninguna de las dos parecen estar cerca.

José Sergio Gabrielli de Azevedo, jefe ejecutivo de Petrobras de Brasil, dijo en la conferencia del Financial Times esta semana que su país tenía un potencial masivo para la expansión. “Se puede incrementar la producción de biocombustibles sin poner en peligro necesariamente la producción de alimentos”.

George Soros, el financiero, que está invirtiendo en el etanol brasileño, ha instado a los países dearrollados a que reduzcan sus tarifas, y la idea cuenta con algún respaldo en la UE y EEUU.

Sin embargo, la disminución de los gravámenes de importación debilitaría el atractivo político de la industria de biocarburantes para los políticos que responden a electorados agrícolas.

Los biocombustibles de segunda generación constituyen ahora la gran esperanza. El gobierno de EEUU ha asignado unos US$385 millones (€287MM, £194 MM) para financiar el desarrollo de seis plantas piloto. Vinod Khosla, el capitalista de riesgo del Valle del silicio, un defensor de los biocombustibles y co-fundador de Sun Microsystems, ha expresado que espera que el etanol de celulosa sea comercialmente viable en 2009.

Aasari Efiong, un analista de energía renovable de Merrill Lynch, dice que las compañías han dicho, en general, que consideran el periodo 2012-2015 una fecha más realista.

Pero aún en los panoramas mejores, los biocombustibles constituyen una solución solo para el transporte. Si se pretende  reducir las emisiones de gas invernadero totales, hay que encontrar reducciones similares para otros sectores.
VERSIÓN AL ESPAÑOL IVÁN PÉREZ CARRIÓN

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