No hay forma de escapar a las alzas petroleras que se deciden al margen del país; pero los precios injustamente altos que los consumidores reciben los ocasiona en buena medida un mecanismo de recaudación excesivo sobre los derivados. A medida que el crudo sube fuera, el Fisco causa un efecto encarecedor mucho mayor en perjuicio de toda actividad económica, siendo la gasolina y el gasoil imprescindibles para múltiples renglones de producción en lo que tiene que ver con la transportación de materia prima y de artículos terminados. La fórmula de recaudación al uso en ese renglón energético ha perdido su racionalidad, nunca ha tenido transparencia y está a expensas de arbitrariedades en su aplicación, en función de episodios políticos y electorales.
Es notorio que elevados costos de producción por causa de la tarifa de electricidad, del uso imprescindible de plantas propias y de reglas que encarecen el financiamiento, desalientan las inversiones y provocan quiebras y desempleo. A esos factores se suma crecientemente el alto porcentaje en tributos que forma parte de los precios de los carburantes. Los altos precios de la gasolina y el diesel oil desestimulan el consumo al reducir el poder de compra de las franjas de clase media, clase media baja y sectores más humildes, usuarios de esos combustibles; pierden calidad de vida, incluso en perjuicio del propio erario al contraer otros gastos que están gravados.
DUQUESA, OTRA VEZ PARA SONROJO
Duquesa, que es una sabana de inmundicias y no un relleno sanitario como correspondería para cualquier ciudad del mundo que respete al ambiente y a sus habitantes, vuelve a ser causa de problemas y de escándalo para la sociedad. Ha existido por decenas de años como vertedero de poquísima utilidad para la adecuada disposición final de la basura. Penosamente operado por una mixtura público-privada, cualquier conflicto o tranque empuja la ciudad hacia el amontamiento de desechos.
Los cabildos del Gran Santo Domingo agreden a la sociedad con su incapacidad para una correcta recogida y manejo de residuos. Y la agreden por su falta de iniciativas para instituir el reciclaje y la clasificación que permita aprovechar el contenido de los zafacones. El Estado es también agresor porque nunca ha enfocado la acumulación y mal manejo de desechos como lo que suele ser: un problema sanitario grave.