Quien visita “Terra Lux”, la exposición de Dustin Muñoz, instalada en el Museo de Arte Moderno, podría pensar que es una consecuencia de su éxito en la XXIX Bienal. Podría serlo si se atribuyera una muestra individual a un artista ganador de excepción, pero no es costumbre nuestra…
De hecho, este despliegue impresionante había sido planificado para su presentación en 2019: los retrasos, harto conocidos, la aplazaron tres años. Finalmente, nos place considerarla –un criterio muy personal- como una prolongación bienvenida de la premiación.
Un enriquecimiento continuo
A través de 47 cuadros, su carácter retrospectivo enseña un enriquecimiento sucesivo y continuo de la pintura de Dustin Muñoz, desde 1995 hasta 2022.
Simultáneamente observamos convergencia y resonancia entre las obras, con un espíritu singular y una tradición académica anclada en la modernidad.
No hay ruptura estética. Es más, la experimentación, con collages impecables, sucesivos y superpuestos, se inició desde el período de creación emergente, y se ha mantenido, parte de la excelencia técnica, hasta hoy.
Se trata de un “sello” distintivo, al igual que la combinación de tela con soportes “ready made” de madera. No muchos verían en Dustin, un adepto del reciclaje, y sin embargo….
Cromáticamente, la paleta no ha cambiado, sino que aumentó su intensidad, su calidez, su virtuosismo en la multiplicación de tonos.
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“El color, de acuerdo con el fuego que arde en mi alma”, (definición de Jawlensky) nos hace pensar en Dustin Muñoz, su relación entre pintura y espiritualidad, recordando que es también el artista más comprometido con temas sacros e ideales, y que su obra tiene un contenido sociológico, positivo siempre, pese a la realidad destructora.
Las tres obras de la Bienal lo afirman, así mismo la muy reciente, “Homo videns”.
Un surrealismo propio
Si él nunca se orientó hacia lo no-figurativo, observamos que su figuración –sensible y perfeccionista- puede apresar elementos abstractos o no identificables ¡donde, sin embargo, palpita la vida! Masas orgánicas, legibles discrecionalmente, u objetos de representación misteriosa.
Aparece el surrealismo de Dustin Muñoz, desde aquellos bodegones pequeños y extraños hasta sus vastas composiciones entre figura humana y filosofía subyacente…
Ahora bien, esas visiones surreales, por dramáticas que sean, rechazan la fealdad: reina la armonía, la imagen está proporcionada, equilibrada, hasta en la negación o el cuestionamiento. A menudo, una luz interior focaliza la apuesta interpretativa.
“Terra lux” – el latín forma parte de la cultura de Dustin-, felizmente, nos permite apreciar y disfrutar a uno de los artistas dominicanos más completos, de los conocimientos y la temática a los conceptos y la técnica. ¡Esperamos su próxima exposición, que él casi está anunciando!