Ébola en el mundo globalizado

Ébola en el mundo globalizado

Un principio físico con carácter filosófico es el de que si una cadena ha de romperse lo hará por el eslabón más débil. La epidemia del Ébola en el África occidental se expande con rapidez gracias a las graves deficiencias del sistema sanitario de los países afectados, sumado a la pobreza y el atraso en la educación. Acostumbrados a sentirse blindados dentro de la torre de sus riquezas, las naciones poderosas pensaron que los virus sabían diferenciar entre gente pobre y gente rica.

La fiebre hemorrágica del Ébola viene demostrando que si bien es cierto que su inicio es como un fuego barrial, también es verdadero que si el cuerpo de bomberos no actúa con rapidez y eficacia, el siniestro pudiera extenderse y quemar toda la ciudad. De modo paradójico, fuera del continente africano, es en Los Estados Unidos y España en donde se han registrado los primeros casos de esta mortífera enfermedad.

Más que ir de inmediato en auxilio de las naciones diezmadas por el terrible mal, el esfuerzo ha sido dirigido esencialmente a levantar trincheras locales, proponiendo incluso el veto a todos los vuelos procedentes de las regiones donde se ha detectado el temible quebranto. Sin embargo, el presidente estadounidense ha expresado que luego de consultar con su equipo de asesores, su conclusión es que tal medida resultaría contraproducente. De su parte el Secretario General de las Naciones Unidas indicó que la ayuda internacional apenas alcanza la veinteava parte de los recursos que la emergencia africana sanitaria amerita.

Kofi Annan, ex secretario de las Naciones Unidos, se queja amargamente de la lentitud con que fluye la cooperación del exterior, resaltando lo siguiente: “Si esta crisis hubiera golpeado a otra región, se hubiera gestionado probablemente de forma muy diferente. De hecho, si se observa la evolución de la crisis, la comunidad internacional no se despertó hasta que la enfermedad llegó a Estados Unidos y Europa”.

La estrategia asumida por la Organización Mundial de la Salud consiste en tratar de detener la propagación de la terrible afección dentro del occidente africano. Ello implica volcar suficientes recursos financieros, equipos y reactivos de laboratorio, instalaciones de hospitales, materiales para la higiene y aislamiento, y por supuesto un contingente humano de capacitados médicos, enfermeras y demás trabajadores de la salud en el escenario de dicho continente.

Urge hacer llegar a Guinea, Sierra Leona, Liberia, la República Democrática del Congo, y demás zonas afectadas, la suficiente asistencia requerida para detener la epidemia. Resulta más económico vencer la enfermedad en suelo africano, a esperar pasivamente a que se instale en territorios distantes del continente negro, para que sea luego cuando empiece a combatirse. Hay que declararle la guerra al Ébola ahora y caerle encima masivamente hasta obligarla a rendirse.

Más costoso en sufrimiento y vidas humanas resultaría permitirle a ese asesino biológico plantar sus pies extra continentalmente, para tener después que envolvernos en una lucha tardía y por ende poco eficaz. Es deber de todos los países aunar voluntades, esfuerzos y recursos materiales suficientes, a fin de detener y erradicar esta nueva enfermedad que amenaza con arropar y sepultar el mundo ya globalizado.

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