¿Estamos preparados para la llegada del mortal ébola? Al escuchar esa pregunta no puedo evitar pensar en la experiencia vivida con la chikungunya, que causó estragos en la población a pesar de que desde el principio, cuando se supo que andaba por el Caribe, se nos dijo que todo estaba “bajo control”. Y después de lo ocurrido en el Robert Reid Cabral, donde la muerte de once niños un fin de semana desnudó las precariedades de nuestro sistema de salud pública, va a resultar muy difícil que alguna autoridad me convenza de que la respuesta a esa pregunta es afirmativa. Mucho menos al enterarme de que el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, ordenó una investigación del aparente fallo en los protocolos de control de infecciones del hospital de Dallas, Texas, donde se infectó la trabajadora sanitaria que se convirtió en la primera persona en contraer la enfermedad en territorio norteamericano. Por que si en la primera potencia mundial ocurren esos fallos aún estando prevenidos, ¿qué no pasará en este fallido paraíso tropical? La amenaza del ébola, y sobre todo nuestra vulnerabilidad en materia de salud pública, ha motivado que algunas voces se levanten reclamando que se empiecen a tomar medidas preventivas. Es el caso del patólogo forense Sergio Sarita Valdez, quien advierte que República Dominicana debe prepararse para en cualquier momento tener una alarma de casos sospechosos de ébola, pero sobre todo para estar en capacidad de reconocerlo a tiempo para aislarlo y evitar que contagie a otros. ¿Estamos realmente preparados, vuelvo y pregunto, para identificar el ébola y actuar en consecuencia? No dudo que alguna autoridad responda de inmediato que sí, que todo está “bajo control”. Pero un servidor prefiere creerle a la doctora Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien acaba de declarar en Ginebra que el mundo está mal preparado para enfrentar una epidemia como el ébola. Que Dios nos agarre confesados.