“Echarle la culpa a los iraquíes y salir corriendo”

<p>“Echarle la culpa a los iraquíes y salir corriendo”</p>

Por Edward Luce
En Washington

Mientras George W. Bush sufre pensando cuál de las citas del informe Baker-Hamilton de la semana pasada va a adoptar para su anuncio de la “nueva forma de avanzar en Irak”, está surgiendo otro consenso en Washington sobre cómo manejar la situación: echarle la culpa a los iraquíes.

Aunque observadores informados dicen que el mandato del gobierno iraquí cesa en el perímetro de la Zona Verde -el enclave densamente fortificado en el centro de Bagdad-, importantes políticos republicanos y demócratas están inculpando de manera creciente a la frágil coalición del gobierno de Nouri al-Maliki por la ausencia de avances.

Este consenso que cristalizó la semana pasada con el informe del Grupo de Estudios sobre Irak (ISG, por sus siglas en inglés) que le pide a Bush detener la ayuda a Bagdad, a menos que lograra avanzar en el cumplimiento de una larga lista de “pasos importantes” impuestos por Estados Unidos. Este criterio también es compartido por altos funcionarios de la administración Bush, quienes ya han elaborado una lista inicial de esos “pasos importantes” para el señor Maliki.

“Se le pudiera llamar `culpa a alguien y sal corriendo´”, dijo Zbigniew Bzrezinski, un ex asesor de seguridad nacional, que está ahora en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “Parte de una ilusión extendida, de que existe algo que se llama gobierno iraquí. Mientras más lo culpemos por hacer cosas que no puede hacer, más impotente se volverá.”

`Échale la culpa y sal corriendo´ es una actitud egoísta” Así concuerda Strobe Talbott, jefe de la bipartidaria Brookings Institution. En un discurso la semana pasada criticó el punto de vista de que se puede presionar a Bagdad para que haga cambios, como desarmar las milicias sectarias, bajo la amenaza de que se detendría la ayuda militar, política o económica. El informe del ISG afirma que Bagdad tiene que demostrar que “se merece” la ayuda futura.

 “La lógica de esa presión táctica -esto es, por qué habría de funcionar con los iraquíes- no está clara, puesto que la mayor parte de ellos [los iraquíes] quieren que nos marchemos [de Irak]”, dijo Talbott. “La lógica de nuestro propio lado, sin embargo, es  sin dudas muy clara: después de invadir su país como medida preventiva, dejemos que los que aplicaron la medida preventiva los inculpe por el caos que hemos creado allí”.  La amplitud del apoyo a esa línea de pensamiento es asombrosa. En un memorándum filtrado la semana pasada Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa saliente, dijo que los iraquíes tienen que “ajustarse los pantalones”.

En un discurso reciente, el senador Barack Obama, el posible candidato demócrata a la Presidencia que se opuso a la invasión de Irak, insinuó que Bagdad estaba sufriendo por la dependencia de la ayuda militar. “Basta de mimos, basta de equivocaciones”•, dijo. “Nuestra mejor esperanza de éxito es presionar al liderazgo iraquí para que finalmente llegue a un acuerdo político entre las facciones en guerra que pueda crear alguna sensación de estabilidad en el país y poner bajo control este conflicto”.

Similarmente, la senadora Hillary Clinton, la corredora de punta demócrata por la candidatura presidencial, dijo que la credibilidad de EEUU es rehén del gobierno iraquí. “Tenemos que presionar consistentemente, en privado y en público, a los iraquíes para que actúen con seriedad para alcanzar una reconciliación interna y una solución política, y mostrarles las consecuencias reales si no lo logran”, dijo.

Pero no es este un criterio que sea compartido ampliamente por aquellos que tienen experiencia directa en Irak. De los 10 miembros del ISG, solo Chuck Robb, un ex senador demócrata, viajó fuera de la zona Verde cuando el grupo estuvo en Bagdad en agosto pasado.

Entre los que han viajado extensamente por el país, existe el temor de que culpar a Bagdad por falta de avances reduzca su capacidad de actuar. “Mientras más culpemos a los iraquíes, menos espacio político tendrá Maliki para actuar”, dijo un ex funcionario de la administración. “A él no se le puede ver como alguien que sigue una lista de compras elaborada en Washington”.

El domingo pasado, Jalal Talabani, el presidente de Irak y por lo general una voz pro-Occidente, moderada, atacó acremente el informe del ISG y dijo que sus críticas a Bagdad eran “injustas, desleales y contienen algunos artículos peligrosos que reducen la soberanía de Irak y su constitución”.

Sin embargo, el informe ISG está en gran medida en la misma frecuencia de la opinión pública estadounidense. Una encuesta realizada por Newsweek después de la publicación del informe, mostró que 65% de los estadounidenses está de acuerdo con su llamado a condiciones estrictas sobre el desembolso de nueva ayuda a Bagdad.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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