Ecología

Ecología

POR DOMINGO ABREU COLLADO
Etanol: una motivación equilibrada

Las razones para que el gobierno haya decidido respaldar la producción, comercialización y uso de etanol pudieran enumerarse en un largo listado que iría desde los beneficios a la tierra, en su nuevo manejo productivo, hasta la proyección internacional del país en razón de una actitud cónsona con la protección del ambiente en términos regionales y globales.

Pero el Secretario de Estado de Industria y Comercio,  Lic. Francisco Javier García Fernández, eligió limitarse solamente a algunas de estas razones, pero de bastante peso. “Al sustituir el 22% del consumo de la gasolina -escribió García Fernández-  y reemplazarlo por igual volumen de etanol aspiramos ahorrar US$120.6 millones de dólares al año en importación de gasolina y reducir el envío a nuestra atmósfera de 4 millones de toneladas anuales de bióxido de carbono (CO2)”.

Y en realidad, esas son verdades de mucho peso. No tanto por el número de toneladas de bióxido de carbono que dejaremos de enviar a nuestra atmósfera, sino, principalmente, por el valor ético, en relación con la naturaleza, que implica una actitud oficial semejante.

Otra de las razones de las que se asiste el Secretario de Industria y Comercio es que se estaría “fomentando la reactivación de la agroindustria cañera nacional y su impacto positivo en nuestra economía y en la redistribución del ingreso hacia las zonas más pobres del país”. Esa ha sido una de las razones por las que hemos defendido y auspiciado reiteradamente la producción de etanol en la República Dominicana.

Nuestras tierras cañeras se encuentran en peligro de ser ocupadas por proyectos urbanísticos y de otra índole que no aportan nada al beneficio del país, sino que lesionarían severamente sus posibilidades de desarrollo, como ocurrió con la ocupación de las tierra de producción de alimentos en la periferia de Santo Domingo: Villa Mella, Herrera, Hainamosa y otras áreas que alimentaban a muy bajo costo la población de la Capital.

Una razón importante argumentada por García Fernández fue la de consultar con los sectores económicos de la sociedad relacionados con la importación de carburantes y con los potenciales empresarios para la producción de etanol. Según la remisión del Proyecto de Reglamento para el marco regulatorio de la ley 2071 para la producción y uso de etanol, “fueron consultados la Shell Company, Refidomsa, Federación Dominicana de Colonos Azucareros, Coopcaña, empresarios ligados a la producción cañera y de Etanol, así como expertos en la materia tanto nacionales como extranjeros”.

Esta última razón será fundamental si es que el marco regulatorio de la ley 2071 (que es del 1949) que se adopta mediante el decreto 566-05, tiene que pasar por el Congreso Nacional, donde se sabe que cada legislador quiere tener beneficios de cada movimiento legal que implique movimiento de dinero.

Algo similar tiene que pasar con la tierra

Lo que va a ocurrir con la producción energética local tendrá que ocurrir con la producción de alimentos.

Si es posible que podamos producir energía a partir de biomasa de origen agrícola,  también es posible que produzcamos alimentos desde el mismo origen -lo más natural del mundo desde que los humanos poblamos la Tierra-.

Y si la idea con la producción de energía a partir de biomasa para librarnos de parte de la terrible carga económica que es la importación de carburantes, entonces es totalmente posible promover la producción de alimentos en nuestra propia tierra para librarnos de parte de la terrible carga económica que es la importación de alimentos que, en realidad, nos han sido impuestos, introducidos a nuestra dieta natural local.

Los padres y abuelos de los que tenemos 40 años o más, se alimentaron con lo que se producía localmente: carne (vaca, cerdo, chivo, pollo),  productos del mar (pescado, camarones, langostas, bulgaos, ostiones), leche (de vaca, de cabra y hasta de burra), pollo (y otras aves como guinea, pavo, pato, codorniz, paloma), huevos (de gallina, de guinea, de pato, de codorniz), víveres (plátano, yuca, ñame, yautía, batata, papas), legumbres (rábanos, zanahorias, lechuga, berro, tomate), granos (maíz, guandules, habichuelas, habas) y muchos otros productos básicos y secundarios.

Pero el comercio importador de alimentos nos ha conducido a la creencia que si no es con comida importada no vamos a sobrevivir. Y además, es de todos conocidos que con esos productos básicos la vida era más saludable y más larga.

Fueron los gobiernos manejados por el comercio importador los que indujeron a la población campesina a abandonar las tierras, desprotegiéndolos y estimulando la construcción en las ciudades, dejando en manos del comercio importador el abastecimiento alimentario. Pero eso, lógicamente, motivó la carestía de alimentos hasta los niveles que hoy conocemos.

En definitiva. Lo que podemos hacer para producir energía de la tierra lo podemos hacer para producir alimentos y autoabastecernos de nuevo. E incluso producir para exportar.

Un decreto que puede cambiar la historia

El Decreto 566-05 podría cambiar la historia de la República Dominicana, tomando en cuenta las mismas consideraciones alegadas para su formulación.

Por ejemplo, el hecho de que la República Dominicana “importa la totalidad de los combustibles fósiles que se utilizan en el país”, como dice el cuarto Considerando de dicho decreto, y que esto “gravita negativamente sobre las balanzas comercial y de pagos, y sobre la economía en general, por lo que es de prioridad nacional la reducción de los gastos en divisas para adquirir los mismos”, es una situación que de cambiarse cambiaría también el curso de la historia económica, social y política del país.

Pero no es solamente la historia vista en esos tres aspectos, sino vista también desde la relación tierra-ser humano, puesto que la alternativa de producir combustibles a partir de productos vegetales vincula a los dominicanos de nuevo con la tierra, esta vez tan estrechamente como lo estuvimos cuando solamente dependíamos de ella para nuestra subsistencia.

También está la parte de producción de electricidad sin compromiso con los carburantes de peor efecto hacia la atmósfera.

La posibilidad de producción de biomasa para su aprovechamiento energético se aplicaría también a la producción de electricidad, que aunque no soluciona definitivamente el problema en términos masivos, por lo menos presenta con ello alternativas viables para solucionar los problemas de producción de energía por comunidades, pudiendo algunas zonas de población irse independizando de las redes actuales, con mayor eficiencia y menos gastos.

Ahora, esperamos que las disposiciones legales y administrativas para la producción nacional de etanol, o de biomasa para su producción, no se vuelvan tan inaplicables o tan ilógicas que impidan la producción nacional para beneficiar a importadores de ambas cosas.

Ahora, una cuestión de facilidades

Excelente, perfecto, tenemos finalmente un decreto que establece el reglamento que constituye el marco regulatorio de la Ley No. 2071 sobre mezclas de carburantes. Pues muy bien.

Ahora, lo que se espera en lo adelante es que no hayan impedimentos, obstáculos, valladares o situaciones que limiten a los productores de biomasa y de etanol locales para entonces otorgar facilidades de importación del etanol u otros alcoholes para mezclar con gasolina.

Lo que debe esperarse es que el gobierno, en vista de la solución que tiene en las manos para resolver problemas de abasto de combustibles para automotores, combustibles para cocina y combustibles para la producción de electricidad, es que se otorguen facilidades a los productores locales, principalmente a los que ya han diseñado un plan de producción, elaboración y distribución de etanol, así como planes de producción de biomasa a partir de diferentes plantas, algunas todavía en proceso de investigación.

Porque si se le van a colocar obstáculos a los productores locales, a los propietarios de terrenos con vocación energética, a los diseñadores de planes de producción e instalación de procesadoras de etanol, por ejemplo, y todo para facilitar la importación, entonces estaremos en lo mismo, porque a la larga tendremos que buscar la misma cantidad de dólares que si estuviéramos importando el dichoso petróleo y sus igualmente dichosos derivados.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas