Ecología

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POR DOMINGO ABREU COLLADO
Cuando el agua es muerte

Los huracanes y tormentas más recientes en América significaron la pérdida de miles de vidas humanas y muchos animales también. La ocurrencia de inundaciones, desbordamientos de ríos, rotura de presas y deslaves, como consecuencia de esos fenómenos, trajeron a colación la cuestión de que el agua también puede ser muerte. Basta con estar mal ubicados en relación con aquellos cuerpos de agua susceptibles de crecimiento o multiplicación inusitada de su caudal para comprobarlo en carne propia.

Los huracanes y tormentas siempre fueron beneficiosos para la naturaleza, ya lo hemos dicho anteriormente. Recargan acuíferos superficiales y subterráneos, limpian el ambiente, ayudan a la regeneración y la renovación del bosque. En términos generales, son originarios de vida en toda su magnitud. Sin embargo, pueden ser también originarios de muerte.

Pero en realidad todo depende de las actitudes y de los hábitos de los seres humanos y de sus formas de asentamiento, los que en las últimas décadas, o en los últimos cien años, se han caracterizado por presentar cierto desacuerdo con las reglas establecidas por la naturaleza.

La especialización del trabajo, por llamarlo de alguna manera, ha dejado en manos de diseñadores y constructores la elección de los sitios para el establecimiento de lugares de habitación. No se han tomado en cuenta -algo muy común en la República Dominicana- a otros grupos especializados también. Las sugerencias de geólogos, hidrólogos, ambientalistas u otros especialistas, no entran la mayor de las veces en los planes de construcción de zonas de viviendas.

Pero por otro lado, el crecimiento caótico de algunas poblaciones igualmente ha incurrido en los mismos errores, por ejemplo, de construir poblados en zonas de reclamo de ríos, o en áreas de evidente influencia tectónica en la superficie. Esto coloca a comunidades humanas enteras en permanente riesgo, principalmente riesgos relacionados con el agua, una relación muy diferente a cuando las comunidades humanas deidificaban las aguas y les garantizaban su espacio, conocedores (por herencia mediante transferencia directa de información) de la ocasional “irrascibilidad” de la deidad acuática o de la deidad eólica y los peligros que ello implicaba.

Hasta la estrecha relación mujer-agua fue relegada y disminuida en su importancia, sustituida en parte esta relación por la llegada de la tecnología del agua entubada y el enclaustramiento de la mujer en la cocina. En realidad, la tecnología relacionada con la facilitación de los servicios en la casa ha servido para atar con lazos más fuertes el destino de las mujeres al servicio de la casa.

No obstante, la relación mujer-agua, aunque soslayado, se ha mantenido siempre y con mayor fortaleza que la relación hombre-agua. Esta realidad implica una incorporación espontánea y natural del vínculo de género al manejo de las aguas a todos los niveles.

En esa vertiente, el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer -INSTRAW-, ha iniciado un proyecto de capacitación relacionado con el agua, la mujer y su vinculación de género en su manejo.

INSTRAW, agua y género

“El género es un concepto que se refiere a las diferencias y a las relaciones sociales entre hombres y mujeres -explica el capacitador Ariel Montesdeoca- dentro de un contexto social específico. Las relaciones de género se determinan socialmente y no biológicamente como el sexo y son resultado de los procesos de socialización. El género define las funciones sociales de los hombres y de las mujeres. La igualdad del género procura que los hombres y las mujeres tengan el mismo estatus e igualdad de condiciones para poner en práctica sus derechos humanos y realizar su potencial como actores de los procesos de desarrollo nacional, político, económico, social y cultural, beneficiándose de los resultados.

“Las cuestiones relativas al género adquieren especial relevancia en el sector del agua. En los países en vías de desarrollo son ellas las responsables de abastecer de agua al hogar y de las actividades agrícolas de sus familias y comunidades. Aunque cada día utilizan y conservan los recursos de agua, y cuentan con una competencia y experiencia considerables en la gestión del agua, las mujeres ni controlan ni participan en las estructuras de decisión de los sistemas de agua.

“Incorporar el género en la línea central a través de la transversalización de esta variable en proyectos, planes y programas es el proceso de evaluar las implicaciones de cualquier acción planificada incluyendo la legislación y los programas para mujeres y hombres en todos los niveles y en todos los campos. Es una estrategia mediante la cual se quiere que las preocupaciones de las mujeres así como las de los hombres formen parte integral del diseño, implementación, monitoreo y evaluación de los programas y de la política en todas las esferas: políticas, económicas y comunitarias para que las mujeres y los hombres se beneficien equitativamente y no se perpetúe la desigualdad en el acceso y la calidad del recurso hídrico”.

¿Porqué una gestión integral del recurso hídrico?

* Todo ser humano necesita un mínimo de entre 20 a 50 litros diarios de agua potable para poder cubrir sus necesidades básicas. El acceso al agua potable y al saneamiento básico están reconocidos como un derecho humano básico.

*  La declaración de los Objetivos del Milenio establece el objetivo de reducir a la mitad en el año 2015 la proporción de personas que no tienen acceso al agua potable.

*  Se calcula que en estos momentos existen aproximadamente 1 billón de personas a nivel mundial sin acceso a agua potable y 2.4 billones sin acceso a un sistema de saneamiento apropiado.

*  En América Latina y el Caribe sólo el 66% de la población tiene acceso a agua corriente en sus casas y saneamiento adecuado, subiendo este porcentaje al 77% en las zonas urbanas.

* El 60% de los agricultores pobres en América Latina y el Caribe está en lugares remotos, con ecosistemas frágiles, y no tiene necesariamente acceso fácil al agua. A la vez, apenas el 20% de las poblaciones rurales pobres tiene acceso directo al agua.

* Específicamente en la República Dominicana, en 1993, el 68% de la población del país tenía acceso a agua potable, mientras que entre 27 y 30 por ciento de la población tenía acceso a un sistema de saneamiento. Observar que este bajo porcentaje ha provocado un importante problema de contaminación de las aguas subterráneas.

¿Porqué agua  y género?

* Del 1.3 billones de personas pobres en el mundo, el 70% son mujeres, y por lo tanto, ellas son más vulnerables en cuanto a las oportunidades de acceso a agua potable y saneamiento básico.

* Tradicionalmente, las mujeres y niñas asumen el rol familiar de proveedoras de agua, tarea en la que pueden emplear entre 1 a 6 horas de sus actividades domésticas diarias.

* En áreas rurales, las mujeres son proveedoras principales del sustento alimenticio de sus familias. Una mejora en la gestión integral del recurso hídrico implica un desarrollo significativo en sus actividades agrícolas.

* Una de las consecuencias más importantes de una mala calidad del agua es el desarrollo de enfermedades, especialmente diarréicas, que pueden llegar a producir mortalidad infantil. Las mujeres, como responsables de la salud familiar y de los cuidados higiénicos básicos de sus hijos e hijas, tienen un papel importante también en este sector.

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