Ecología

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POR DOMINGO ABREU COLLADO
Sobre la segunda isla artificial

Si tomamos como referencia las consecuencias ecológicas por la construcción de la primera isla artificial erigida en el país, es casi seguro que tendremos una idea más que aproximada de los efectos ecológicos que tendría la construcción de una segunda isla artificial, como la proyectada a construirse frente al malecón de Santo Domingo.

La primera isla artificial fue la Isla de los Pinos, erigida en la Bahía de Andrés, Boca Chica, utilizando los materiales resultantes del dragado de la Bahía, practicado para permitir la entrada y maniobras de botes y lanchas a la marina recién construida por el Club Náutico de Boca Chica.

La playa de Boca Chica no es una playa común. Es el resultado de la formación de una laguna marina costera, delimitada al sur por el arrecife de coral -con una zona de manglares en lo que se llama La Matica- y al norte por la franja de arena blanca que constituye la famosa playa.

En el extremo este, la laguna de Boca Chica se encuentra abierta a la entrada de la corriente que viene desde el este, y salía naturalmente por su extremo oeste. Pero al erigirse la “isla de los pinos”, la primera isla artificial construida, ésta bloqueó la corriente, convirtiendo la laguna en una especie de estanque.

Boca Chica y Andrés bullían de peces, estrellas de mar, pequeñas manta-rayas, erizos, camarones y otros organismos marinos. Pero al estancarse sus aguas, la entrada de nutrientes por el este disminuyó considerablemente. Pero eso no hubiera sido nada si la explosión demográfica de Boca Chica y el crecimiento de su población hotelera no hubiera causado el tremendo problema de contaminación que este crecimiento originó.

Tanto los desechos de la población de Boca Chica como de los hoteles entran a esa laguna marina. Los carburantes (gasolina y aceite) que derraman las embarcaciones se quedan en la laguna. Muchos otros contaminantes, producto de la modernidad y del turismo, se quedan en la laguna. Esa concentración de contaminantes, principalmente los desechos fecales de las población local y hotelera, hizo de Boca Chica un cuerpo de agua sin vida marina. Todos sus habitantes naturales desaparecieron. si se hubiera mantenido la corriente que bloqueó la isla artificial “los pinos” el daño hubiera sido menor, porque la corriente les hubiera arrastrado hacia el oeste.

La playa de Boca Chica no ha colapsado totalmente porque recibe las aguas subterráneas del río Brujuelas. Esa llegada de agua dulce y cristalina mantiene el agua de Boca Chica con cierto aspecto de limpieza. Un aspecto irreal, puesto que el mismo río Brujuelas, antes de entrar a Boca Chica, recibe una cantidad enorme de desechos orgánicos, químicos y sólidos, que le llegan directamente a través de pozos practicados con ese propósito, debido que la planta de tratamiento de Boca Chica nunca ha sido suficiente, además de permanecer inactiva por más tiempo que el que funciona.

En términos ecológicos, la laguna costera de Boca Chica y Andrés es una especie de letrina a cielo abierto. Su fauna, la que en una época era necesario controlar en su crecimiento mediante la caza de manta-rayas y la captura de erizos, desapareció, tomando su lugar grandes colonias de algas verdes como consecuencia del aumento de la contaminación orgánica.

El proyecto Novo Mundo

Una segunda isla artificial se proyecta construir frente a la zona más antigua de Santo Domingo y frente a uno de sus grandes atractivos turísticos: el malecón.

Igual a como ocurría con la laguna marina de Boca Chica, las corrientes marinas que pasan frente al malecón, acariciando, y en ocasiones embistiendo el accidentado acantilado, vienen del este. Una corriente más fuerte le entra también por el este, pero viniendo desde tierra firme: el río Ozama.

De entrada, según los planos conceptuales, la nueva isla artificial desviará la corriente del río hacia fuera, hacia el mar, desarrollando una función de parteaguas fluvio-marino. Es decir “no le permitirᔠpasar entre la isla y el acantilado. De hecho, nos parece que se está ignorando la fuerza del río Ozama, y principalmente, la fuerza de este río en épocas de crecidas.

En cualquiera de los casos, la segunda isla artificial actuará relativamente como dique del río Ozama y como límite de la parte marina que quedará entre la isla y la costa. Ahora, ¿que ocurrirá con el vertido de las cloacas que entran directamente al mar desde la costa? De primera impresión, parece que se almacenará en el segmento de mar aprisionado entre la isla y el acantilado. Es decir, que una cantidad indeterminada de desechos cloacales estarán almacenándose en ese punto, que se extenderá desde la desembocadura de la calle Presidente Vicini Burgos hasta la desembocadura de la Avenida Winston Churchill.

¿Será suficiente el supuesto bombeo de agua marina que plantean los proyectistas? ¿Conocen ellos la cantidad de desechos que llega por esas cloacas?

El impacto sanitario

El ingeniero Salvador Ramírez Peña ha preparado un trabajo sobre los “Impactos Sanitarios por la Construcción de la Isla Artificial” al que hay que ponerle toda la atención en estos momentos.

Según el ingeniero Ramírez Peña “La construcción de la Isla Artificial implicaría que los habitantes de la Capital de la República tengamos que tragarnos 300 millones de galones de aguas negras diariamente, que actualmente son descargadas de manera directa al Mar Caribe, o través de los ríos Isabela y Ozama, que a su vez desemboca en el Mar, sin ningún tipo de tratamiento”.

Según Ramírez Peña “El Alcantarillado Sanitario de la Ciudad tiene cobertura para un estimado de 630,000 personas ubicadas en su mayoría en el antiguo Santo Domingo Colonial, Gazcue, Villa Francisca, Ensanche La Fe, Villa Juana, Villa Consuelo, Los Prados, Los Jardines, Los Röos, Sectores residenciales al Norte de la Autopista 30 de Mayo y en algunos de los proyectos habitacionales, que el Gobierno Dominicano desarrolló entre (los años) 1966-1978 y los que se desarrollaron a partir de 1986, unidos a otros sectores de la ciudad que al urbanizarse les era fácil disponer de las aguas negras en afluentes hacia el Mar Caribe y los Ríos Ozama e Isabela, que son los receptores naturales de las aguas de albañal. Se ha estimado un total de 76,500 conexiones al alcantarillado sanitario”. 

Según los números manejados por Salvador Ramírez “actualmente, la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo produce 325 millones de galones de agua potable, diariamente, lo que significa que la producción de aguas negras podría rondar los 260 millones de galones de agua todos los días”.

Pero no es eso solamente, “existe el agravante, de que sectores que carecen de Alcantarillado Sanitario y que descargan en el Arroyo Lebrón, afluente del río Isabela, y éste a su vez afluente del Ozama y en este último río, cuyas descargas llegan al Mar Caribe. Se trata de decenas de granjas porcinas y avícolas, industrias de todo tipo, incluyendo metalmecánica, hospitales y miles de capitaleños que viven en sus riberas”.

¿Están en capacidad los proyectistas de la nueva isla artificial de lidiar con esa marea de desechos?

Santo Domingo y su alcantarillado

El documento elaborado por el ingeniero Salvador Ramírez trae a colación el gran problema que ha significado para la ciudad de Santo Domingo la falta de un sistema de alcantarillado funcional, además de la falta de un sistema cloacal moderno, y la falta, además, de la organización definitiva de la recogida de basura en toda la capital y su destino, sin que este destino cause un nuevo problema ecológico y ambiental.

Cita Salvador Ramírez que en noviembre de 1998, “por encargo del Banco Interamericano de Desarrollo, la firma consultora internacional Mott Macdonald elaboró los Términos de Referencia para el Plan Maestro del Alcantarillado Sanitario de Santo Domingo, luego de varios intentos anteriores fallidos para lograr ese importante propósito.

“El Plan Maestro del Alcantarillado Sanitario de Santo Domingo ha sido diferido en varias oportunidades, y al llegar al siglo XXI, todavía está lejos de cristalizarse. Sin embargo, se trata de una tarea pendiente que más temprano que tarde las autoridades nacionales tienen que cumplir.

“La construcción de la Isla Artificial podría frustrar de manera indefinida este propósito. En la ocasión se formularon una serie de recomendaciones para abordar esa problemática, entre la cual se destaca la evacuación de las aguas negras a través de emisarios submarinos, dada nuestra condición de ciudad costera, y el hecho de que el mar constituye el mejor reactor para el tratamiento de las aguas servidas, con escasa operación y mantenimiento, lo que significa que la superficie que ocuparía la Isla Artificial constituye la servidumbre de pasos de estos colectores”.

Es decir, que lejos de ser solucionadora de cualquier problema, la segunda isla artificial se convertiría en un problema mayor para la solución de uno de los mayores problemas ambientales de Santo Domingo.

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