ECOLOGÍA
La osadía no se lleva con la ecología

ECOLOGÍA <BR>La osadía no se lleva con la ecología

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
La ignorancia es osada. Esa es una verdad que cada día encuentra más y mayores pruebas. Pero cuando la ignorancia es la de los otros, y ésta se utiliza para manipular intereses particulares, entonces la ignorancia se convierte en arma criminal. De paso, y en relación con las cuevas, la ignorancia no se lleva con la ecología, puesto que ésta última suele resultar muy dañada por la primera.

Todo esto viene a colación motivado por las últimas noticias (televisadas y escritas) sobre la Cueva de las Maravillas y los trabajos realizados en ella hace ya casi cuatro años. Ahora, como parte de una campaña -según lo denuncia el señor Alejandro Grullón- para anular el decreto que entrega la Cueva a una fundación-patronato.

En declaraciones ofrecidas a este periódico HOY, y trabajadas por la periodista Odalis Mejía, el señor Adolfo López Belando se refiere a los trabajos realizados en la Cueva de las Maravillas calificándolos como «un atentado sin parangón en la historia del Caribe contra el patrimonio arqueológico». Además, narra una supuesta destrucción de recursos arqueológicos ocurrida durante los trabajos de habilitación desarrollados por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

La primera muestra de desinformación del supuesto investigador es que ignora que la Cueva del Jagual, como se le llamaba anteriormente, fue reportada en 1949 como de «importancia económica» por la cantidad de murcielaguina que había en su interior. El profesor Federico Richiez Acevedo, además de sugerir para la cueva el nombre de Maravillas, llamó la atención del gobierno de Rafael Trujillo para que dispusiera su explotación como recurso orgánico de abono para la agricultura.

El llamado fue atendido, y aunque no se industrializó el proceso de extracción, la murcielaguina de la Cueva de las Maravillas comenzó a extraerse para el propósito citado.

Naturalmente, al ir apareciendo cantidad de objetos de manufactura aborigen, llegaron a la cueva varios exploradores y coleccionistas que se apropiaron de la piezas y se mantuvieron de cerca al proceso de extracción de murcielaguina.

Nunca se sabrá con seguridad el número de objetos indígenas que salieron de la Cueva de las Maravillas, los cuales salieron del país y, según información de un hijo de uno de esos coleccionistas -ambos vivos actualmente-, muchas de esas piezas se encuentran entre algunas colecciones locales, el Museo del Hombre y el Museo de altos de Chavón, aunque sin identificar su procedencia.

Era tanta la murcielaguina acumulada en la sala principal de la Cueva de las Maravillas, y principalmente hacia la Galería de las Pictografías, que era necesario arrastrarse sobre ésta para pasar por dicha galería y encontrarse con las pictografías que tanto asombro causaron a los primeros visitantes, según nos narrara el Contralmirante (r) César de Windt Lavandier, quien es también un testigo de primera mano para saber cómo era Maravillas en ese entonces y qué ocurrió con la murcielaguina de su interior.

Arimón y la murcielaguina

A principios de los años 70, un grupo de personas, motivadas por el capitán Manuel Ramón Montes Arache, quien fuera jefe del grupo especializado «Hombres Rana» de la Marina de Guerra, decidió organizar una compañía para la explotación de la murcielaguina existente en las cuevas de la República Dominicana.

Previo a la formación de la compañía, el grupo estuvo extrayendo materiales para análisis y comercialización probatoria. Una de las cuevas de las que la compañía en formación extrajo murcielaguina fue la Cueva de las Maravillas. Según testigos de la época y los propios actuantes, de Maravillas se extrajeron cientos de toneladas del material. Igualmente se extrajeron toneladas de murcielaguina de cuevas en Verón, Higuey, y de El Pomier, San Cristóbal.

Ya para 1975, y puesto que la explotación de murcielaguina prometía un brillante desarrollo sin comprometer por contaminación químicamente nuestra agricultura, se dio forma legal a la compañía con el nombre de Fertilizantes Orgánicos Dominicanos, S.A. -ARIMON-, que estableció como principal objetivo «dedicarse a la elaboración de abono para fines agrícolas, mediante el procesamiento técnico de la Murcielaguina y a su venta y distribución tanto en el interior del país como en el extranjero,…».

Los socios en ARIMON fueron Rolando Molina Carbucia, Abraham Sasso Pimentel, Manuel de Ovín Filpo, Eligio Manuel de la Rosa Peñaló, Elena Acosta Rosario, William S. Collie, Alberto Manuel Giraldi, José Daniel Ariza, Ruddy Enrique Pérez y Pérez, A. Rogers Tomás Torres, y el doctor Frank Reyes Pérez.

Como una prueba de la murcielaguina que había en Maravillas quedaron las marcas de los niveles del piso antiguo, llegando hasta casi dos metros en algunos sitios, donde también se cubrían algunas pictografías, como ocurrió a la entrada de la Galería de las Pictografías.

Maravillas como lugar para visitar

Desde años antes al 1949, cuando se reportó la Cueva, ésta era visitada por decenas de jóvenes exploradores, principalmente de San Pedro de Macorís. Pero fue a partir de esos años cuando la Cueva se proyectó como un sitio para ir a «aventurar» y pasarlo bien, además de conocer un lugar que por su excelencia natural había cambiado de nombre.

La visitación, junto con el trabajo de extracción de murcielaguina, pronto dejó manifiesta en sus paredes la inobservancia de los visitantes y comerciantes de la murcielaguina. Comenzaron a aparecer en sus paredes los nombres de aquellos que consideraban un heroísmo recorrer la cueva, en tanto, comenzaron a desaparecer algunas formaciones secundarias que eran rotas para ser conservadas como souvenires.

Para 1968, cuando estuvieron en la Cueva los doctores Fernando Morbán Laucer, Rafael Kasse Acta y Manuel Mañón Arredondo, lo que quedaba de piso no ofrecía ya importancia arqueológica debido a su remoción. No obstante, los investigadores mencionados lograron encontrar un enterramiento bajo una solapa de roca. Se trató de los restos de un niño que fueron trabajados por el doctor Morbán Laucer.

En 1977 nos tocó visitar la Cueva junto a Dato Pagán Perdomo, Teddy Hernández, el General Ramiro Matos González y varios estudiantes. Ya la cueva había perdido prácticamente todo el piso de la sala principal y la mayor parte de la Galería de las Pictografías, y los grafitis ya eran abundantes. Pero faltaban todavía 23 años de agresión antes de que se decidiera su protección efectiva.

Recuperación y habilitación

Cuando Marcio Veloz Maggiolo, Renato Rímoli, José Guerrero y Fernando Luna fueron a la Cueva de las Maravillas, debieron realizar sus excavaciones en lo que es la Sala de los Murciélagos, pues todo había sido removido, menos las partes profundas de la cueva. También trabajaron a la orilla de la dolina que da a la entrada «principal» de la cueva, donde encontraron un conchero que todavía está.

Durante los últimos 5 años, del 1995 al 2000, cuando se creó la Secretaría de Medio Ambiente, la cueva recibió más agresión que la que había recibido desde 1949. La visitación incontrolada, la incorporación de luces mediante cables y bombillas de alto voltaje alimentadas con generadores portátiles, la rotura de miles de estalactitas, el rayado sobre las pictografías, la incorporación de basura sólida, su utilización como vivienda de indigentes, convirtieron la Cueva de las Maravillas en el lugar natural más miserable que tuviera la región este.

La intervención de la cueva se hizo urgente. La Secretaría de Medio Ambiente armó un equipo compuesto por dos ingenieros, dos arquitectos y un arqueólogo y espeleólogo, para visitar todas las cuevas habilitadas en los Estados Unidos desde Washington hasta Arizona, para conseguir el mejor ejemplo de habilitación para la Cueva de las Maravillas. Lo que tenemos hoy allí fue el resultado de esa disposición.

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