LUIS H. VARGAS
Fase Recesiva del Ciclo
La profundización de la recesión de la economía estadounidense ha sepultado la basura teórica neoliberal del crecimiento sostenido de la producción bruta y el equilibrio de las variables macro-económicas, basada en la liberalización de los mercados y correspondiente desintervención del Estado en las actividades empresarias.
La crisis económica y financiera de Estados Unidos se expresa tendencialmente por una baja de la tasa de crecimiento del producto bruto interno PBI-, en particular del componente beneficio empresarial, y una suba de las pérdidas de la banca de inversión, ocurrida a raíz del colapso de la titularización de activos sin respaldo real en la producción rentable y la renta disponible.
Se estima que a fines de este año 2007, el incremento del PBI decaiga a 2,4%, en comparación al 2,9% alcanzado el pasado 2006, y que entre 2007 y 2008 el acumulo de pérdidas por cuenta de numerosos bancos inversores e instituciones financieras oscile alrededor de 2 billones (millones de millones) de dólares, a causa del derrumbe de los mercados de capitales y créditos, en especial por las impagas de préstamos y la desvalorización de los títulos de adeudos, tales como las hipotecas subprima y las obligaciones de deuda colateralizadas ODCs-.
Hasta la fecha de hoy, la bajada de las tasas de interés y la subida de las podas de las plantillas laborales representan algunas de las principales medidas adoptadas por las autoridades gubernamentales y las gerencias corporativas, como fórmulas de contra-tendencias al ahondamiento de la crisis en las actividades productivas y operaciones financieras.
Desde octubre de 2006 hasta octubre de 2007, la tasa de desempleo brincó de 4,1% a 4,7%, en tanto que el salario promedio real por hora se mantuvo estancado en 17 dólares con 2 centavos, en base a octubre 2006=100. En ambos casos, el recorte de los costos salariales en los precios mercantiles no logró repuntar la tasa de rentabilidad ni contener la ralentización de la economía.
Por igual, las sucesivas rebajas de las tasas de descuento y los fondos federales y frecuentes inyecciones de liquidez de la Reserva Federal al sistema bancario no han podido evitar el surgimiento de múltiples contradicciones y el desbarranque de las empresas y bancas al foso sin fondo de la cruda descapitalización y asunción de pérdidas.
Las reiteradas mochas de los tipos de interés alientan los negocios y los valores de exportación, pero repercuten negativamente en alzas simultáneas de los índices de precios al consumo y la producción y, más aún, en una devaluación de la moneda norteamericana frente a las más importantes divisas de países industrializados.
Esta depreciación del dólar estadounidense se confirma por los disparos al cielo tanto de los precios de estratégicos productos básicos y combustibles fósiles como de las cotizaciones de las monedas internacionales, en concreto el euro.
Por ejemplo, del 31 de diciembre de 2006 al día de ayer 26 de noviembre, los precios del crudo y el oro han volado por las nubes respectivamente de 46,8% a 95,3 de 64,9 dólares por barril y de 36,7%, de 604,6 a 826,5 dólares por onza troy; mientras el tipo cambiario de la moneda estadounidense se ha hundido en el pantano de 1 dólar con 26 centavos a 1 dólar con 49 centavos por cada euro.
La estampida de los capitales, desde negocios de renta variable hacia especulaciones con metales preciosos e insumos productivos e inversiones en papeles de renta fija, revela el colapso sufrido por los mercados de créditos y de bolsa de valores.
Este traslado de fondos de capital se puede constatar mediante las agudas recaídas registradas en los bonos del Tesoro a 2 años y 10 años y, más todavía, en la ampliación del diferencial de tasas de interés de dichos instrumentos, en razón de la preferencia de los inversores por títulos a corto plazo.
En este año el rendimiento del primer tipo de bono ha descendido más de un tercio a 2,99% de 4,82%, al mismo tiempo que el del segundo le ha seguido el paso en menos medida a 3,90% de 4,71%.