Economía Americana
Déficit Comercial de Estados Unidos

<STRONG>Economía Americana<BR></STRONG>Déficit Comercial de Estados Unidos

LUIS H. VARGAS
El desequilibrio creciente de la cuenta corriente, en particular del saldo comercial de bienes, de la balanza de pagos de Estados Unidos revela simultáneamente menos capacidad de producción y competitividad y más dependencia de contratación de adeudos y afluencia de capitales foráneos.


La economía americana tiende sin freno, en el transcurso de los años, a consumir más de lo que produce, a gastar más que sus ingresos y a cubrir sus desbalances con inflamados endeudamientos. De 2004 a 2006 el déficit de la balanza comercial –diferencia entre el valor de exportación y el de importación- de bienes mercantiles aumentó 166,4 millardos (miles de millones) de dólares ó 25,56%, a 817,3 millardos de 650,9, en razón principal del galope  del monto de la factura petrolera y del disparo de la brecha de las transacciones mercantiles con China, los cuales representaron respectivamente el 51,02% y el 42,46% de dicho margen deficitario.



En 2006, el coeficiente déficit comercial de bienes con relación al producto bruto interno –PBI- de la macroeconomía estadounidense alcanzó el insostenible techo de 6,19%, mientras que en los primeros ocho meses del corriente año 2007, la financiación extranjera de esta tronera del comercio de mercaderías se ha elevado por las nubes de más de 2 mil 130 millones de dólares por día.



En el caso de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y República Dominicana, el primer país registra con respecto al segundo un acelerado escalonamiento del superávit en los años 2005, 2006 y 2007, después de declarar números rojos en el pasado, en particular en 2004.



Por ejemplo, en los ocho primeros meses, de enero a agosto, del año 2004 en comparación a igual lapso del año en curso  2007, el saldo comercial de Estados Unidos con República Dominicana saltó  espectacularmente del monto negativo de 94,7 millones de dólares al positivo de nada más y nada menos que mil 37,3 millones, gracias en gran medida a la nefasta política económica de desmembración de la plataforma industrial y agraria, aplicada por el gobierno dictatorial de Fernández durante ese tiempo, mediante la sobrevaluación del peso frente al dólar y la realización de superemisiones inorgánicas de certificados. A esta sepultura de las empresas productivas y capas laborales nacionales en la tumba de  las transacciones mercantiles fundadas en la basura neoliberal del mercado libre se le cuelga diariamente al pescuezo del pueblo el letrero con la mentira de “milagro” macroeconómico.



Cada dólar gastado en exceso sobre el ingreso disponible, en compra de bienes importados, significa irremediablemente desindustrialización de la planta productiva nacional, acumulación de reservas internacionales en las bancas centrales extranjeras y, en consecuencia, capitalización financiera en Estados Unidos, a través del intercambio de tales capitales dinerarios por activos americanos, ya sea en bonos, acciones o títulos inmobiliarios, y la reinversión de los intereses o beneficios en nuevos o existentes proyectos.

La depreciación del dólar frente al euro y el yen contribuye a disminuir ligeramente el boquete americano de la comercialización transnacional de mercaderías,  tal y como se puede comprobar por la observación del aminoramiento del saldo deficitario de 549,7 a 519,3 millardos de dólares, desde  los dos primeros cuatrimestres de 2006 hasta el similar periodo de 2007, a causa del acrecentamiento de las exportaciones: 11,55%, en mayor proporción que el de las importaciones: 3,87%.


De todos modos, hay que esperar que la debacle del comercio exterior de Estados Unidos continúe a corto plazo por los siguientes motivos: las cotizaciones internacionales del crudo y sus derivados describen una curva alcista por la convicción generalizada de la llegada al cenit petrolero y el festival de las operaciones especulativas basadas en materias primas ; la cuota de importación de mercancías chinas no puede ser sustituida por producción norteamericana, sino por la de otras economías asiáticas, en caso de apreciación del yuan como exigen las autoridades de la Casa Blanca; y, finalmente, la monetización en dólares del déficit en cuenta corriente de Estados Unidos tiene como contrapartida inversiones financieras de extranjeros. 

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