El cuantioso déficit del comercio de bienes y servicios de Estados Unidos representa una de las principales muestras de la profunda y expansiva crisis de la economía y finanzas nacionales y transnacionales, no obstante las iniciativas gubernamentales de apuntalamiento del valor de las exportaciones y del circuito de financiación de los intercambios extranjeros.

En junio del corriente 2008, en comparación al mes precedente, el valor importado se encaramó 1,8% a 221,2 millardos (miles de millones) de dólares, mientras el exportado subió 4,0% a 164,4 millardos, es decir, un desbalance comercial equivalente a 56,8 millardos.

En cifras anualizadas, el  incremento de 21,1% de las exportaciones, por encima del 13,5% de las importaciones, no pudo evitar que el saldo negativo creciera hasta el cogollo de 702,8 millardos o, lo que es lo mismo, un altísimo coeficiente rojo equiparable al 4,93% del Producto Interno Bruto –PIB-, empujado en gran medida por la escalada de 67,4% de las importaciones petroleras.

La devaluación del dólar ha provocado el repunte del monto de las exportaciones, en razón del  abaratamiento de las mercaderías americanas en los mercados foráneos, pero no ha podido evitar el ascenso de las importaciones, dado que dicha pérdida de la cotización de la moneda de Estados Unidos con respecto a las de Japón y Unión Europea, ha foteado hacia arriba los precios de los combustibles fósiles, los productos metálicos y los bienes alimentarios y, por ende, la inflación importada.

La recuperación de la economía norteamericana en base al mejoramiento de las cuentas del comercio transfronterizo, no cuenta con posibilidades de éxito, por lo menos a corto plazo, dado que el aumento de las exportaciones se agota por la propagación de la recesión en los mercados mundiales, en especial en Japón y Europa, y los valores de las importaciones baten récords de acrecentamiento.