La tendencia declinante de la variación de la producción, renta y demanda en China, ha obligado al gobierno a lanzar con urgencia un programa de rescate económico y financiero a las empresas productivas, la fuerza laboral y la mayoría de la población urbana y rural.

En el último año, el derrumbe de la economía se comprueba por la baja de la tasa de crecimiento del producto bruto interno (PIB), las exportaciones de manufacturas y la consumación familiar; así como la suba de la tasa de desocupación laboral, la multiplicación de negocios cerrados y quebrados y la desmembración del sistema crediticio y financiero por insolvencia de la banca e impaga de las hipotecas.

Entre 2007 y 2008, el crecimiento del PIB ha pasado de 12,0% a 9,0%, el coeficiente de exportaciones contra PIB igual a 40,0 apenas ha representado el 10,0% del aumento del valor agregado, el sector exportador de bienes ha sufrido caída en algunas industrias de hasta 53,0% en respuesta al comportamiento recesivo de la economía estadounidense, el desempleo ha arropado las principales ciudades con las más grandes plataformas fabriles del mundo, tales como Guangzhon que registra una evacuación diaria de más de 130 mil asalariados hacia los campos y los poblados sumidos a su vez en la pobreza más espantosa, y los precios de las viviendas se han desplomado en varias localidades hasta 50,0% al mismo tiempo que se han encaramado los expedientes de mora e impaga de deudas empresariales y hogareñas.

A pesar de que las autoridades monetarias han recortado tres veces los tipos de interés y las fiscales han aplicado medidas de expansión de los gastos gubernamentales y comunitarios, en los pasados doce meses, el aumento del PIB apunta a bajar a 6,0% en 2009, vale decir a un nivel peligroso de traspaso de la barrera de referencia de de seguridad nacional de 8.0%.