La economía y finanzas de Argentina tienden a empeorar a medida que se produce una caída de las  tasas de rentabilidad empresarial y capacidad de subsistencia familiar a nivel nacional y una contracción de los mercados de bienes, servicios y capitales en el mundo.

En el primer trimestre de este año, en comparación con igual lapso del pasado año, casi todas las principales variables de oferta y demanda cayeron de manera pronunciada: el Producto Bruto Interno (PBI) de 8,5% a 2,0%, el consumo privado de 8,3% a 1,5%, la inversión interna bruta fija (IIBF) de 20,3% a -14,2%, las exportaciones de bienes y servicios de 6,1% a -11,8% y las importaciones de bienes y servicios de 22,1% a -24,2%.

Solamente la consumación pública registró una leve suba de 6,6% a 6,8% como resultado del mayor endeudamiento contraído por el gobierno central, en procura supuestamente de estimular las actividades económicas y crediticias y fondear las refinanciaciones de las deudas de las dependencias estatales federales y provinciales.

Según el FMI, la crisis económico-financiera de Argentina se expresa como fase recesiva del ciclo de los negocios, en razón de la observación de la siguiente trayectoria,  durante 2009, con respecto a 2008: desplome del PBI a -1,5% de 7,0%, retroceso del balance de cuenta corriente exterior a 1,0% de 1,4% del PBI, salto del déficit fiscal a 3,3% de 0,8% del PBI y escalada del coeficiente de paro laboral a 9,5% de 7,3%.

Las autoridades gubernamentales han pretendido fundamentalmente campear la crisis recesiva en base a la ejecución de las políticas de sobre-endeudamiento público nativo y foráneo, la devaluación del peso frente al dólar, el euro y el real, y la poda de la masa salarial real.