Economía de América Latina en 2009
¿Cuáles son las perspectivas de América Latina en 2009?

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Las perspectivas regionales se están ensombreciendo cada vez más ante el agravamiento de la turbulencia financiera mundial. Se prevé una marcada desaceleración del crecimiento a medida que se materializa la desaceleración económica mundial y se endurecen las condiciones financieras. Por ello, informes recientes de organismos financieros Internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial estiman que los balances en las cuenta corrientes de las balanzas de pagos se debilitarán.

También posiblemente aumentarán los riesgos de un deterioro del crecimiento mayor al esperado, dadas las perspectivas inciertas para los precios mundiales de las materias primas y la posibilidad de que se propaguen los efectos de las tensiones que afectan a la estabilidad financiera mundial. De esta forma se entiende que la flexibilidad en el tipo de cambio podría facilitar el proceso de ajuste en algunos países. El reto sería lograr, por un lado, un delicado equilibrio entre mitigar la desaceleración esperada y mantener condiciones ordenadas de financiamiento y, por otro, intentar anclar la estabilidad a mediano plazo.

Es sabido que las economías viven ahora un momento de incertidumbre sin precedentes. Los choques que están ocurriendo en el sistema financiero mundial superan en magnitud y alcance a cualquier otro choque de los últimos 70 años. Pero lo más complicado de todo es que sus implicaciones a corto y largo plazo han sido difíciles de evaluar, dependiendo mucho de cuánto puedan demorarse las medidas que toman las autoridades estadounidenses y europeas para estabilizar los mercados financieros. Así, el FMI considera que, si bien los riesgos financieros mundiales y en los precios de las materias primas ahora fluctúan en paralelo, afectando a muchos países productores de materias primas, a su vez el descenso de los precios del petróleo es un factor positivo para el crecimiento y la sostenibilidad externa en países de América Central y el Caribe.

La situación actual.  La región está dejando atrás un período de notable crecimiento que abarcó los últimos cinco años, logrado en forma paralela con un fortalecimiento de los balances de todos los sectores y, en general, hasta 2006, en una caída de la inflación. En promedio, el crecimiento de la región en términos reales fue de 5% desde 2003, comparado con un promedio a largo plazo cercano al 3.5% registrado durante 1970–2000. Por su parte, la inflación descendió a poco más del 5% a fines de 2006, el nivel más bajo de los últimos 37 años. Estos logros estuvieron respaldados por importantes avances en la credibilidad de los marcos de política fiscal y monetaria.

Sin embargo, la crisis norteamericana y el alza de los precios internacionales de las materias primas, que se aceleraron marcadamente desde 2005, han sido factores cruciales en el nuevo cambio de tendencia. Ese deterioro de las condiciones financieras mundiales ha complicado cada vez más las perspectivas regionales. Hasta ahora, el impacto estuvo contenido por la limitada exposición de los bancos a los activos en dificultades vinculados al sector hipotecario en Estados Unidos. No obstante, hoy las condiciones generales de financiamiento se han endurecido fuertemente.

Perspectivas económicas.  El FMI sostiene en su reciente Informe de Perspectivas Mundiales que el impulso del crecimiento de la región se verá contrarrestado cada vez más por el marcado empeoramiento de las perspectivas de las condiciones financieras mundiales, la demanda externa y los precios de las materias primas. De este modo, proyecta que el crecimiento de América Latina en el año 2008 será de 4.5% (es decir, aún igual o superior al crecimiento potencial en la mayoría de los países) pero se prevé que se desacelere notablemente en 2009 desde un 3.2% a una tasa estimada de 2.5%.

Este pronóstico se basa en tres factores clave. En primer lugar, a la persistencia del actual proceso de contracción de las condiciones mundiales de financiamiento y de aumento del riesgo. Esta situación seguirá  complicando el financiamiento externo y endurecerá aún más las condiciones de financiamiento interno. En segundo lugar, a la sustancial disminución en el crecimiento de la demanda de los socios comerciales de la región. Ya que en Estados Unidos, Europa y Japón (que juntos absorben alrededor del 70% de las exportaciones de la región) se perfila una marcada desaceleración en el próximo par de años.

Esto afectará especialmente el turismo y las remesas de las economías de México, América Central y el Caribe. En tercer lugar, debido al actual retroceso de los precios de las materias primas, se proyecta un empeoramiento de los términos de intercambio de la región de un 3% hasta 2009. Sin embargo, la caída proyectada de los precios de petróleo reduciría la carga que aflige a los importadores netos de materias primas de la región.

Los riesgos

Teniendo en cuenta las incertidumbres a escala mundial y regional, el FMI ha analizado nuevos escenarios de riesgo de las perspectivas de crecimiento de América Latina. Prevé que en 2009 la economía mundial llegará al umbral de la recesión (es decir, un crecimiento mundial de 3% o menos), considerando un análisis que se centra en los riesgos que afectan a los precios de las materias primas y las consecuencias de un mayor endurecimiento de las condiciones financieras.

El FMI considera que los riesgos de un menor crecimiento de la región en general se han intensificado desde el pasado mes de abril de 2008, fundamentalmente debido a las incertidumbres que rodean a las condiciones financieras mundiales y el comportamiento de la demanda externa. Si bien observa que existe una cierta posibilidad de que los precios de las materias primas vuelvan a experimentar una fuerte subida, sostiene que los riesgos a las perspectivas de crecimiento siguen inclinados a la baja con respecto a la elaboración de anteriores escenarios de referencia.

Y esto resultará favorable a los países importadores de materias primas, más aun si se considera que su capacidad de resistencia a los choques externos se ha robustecido notablemente en los últimos años. Se reconoce que estos países han disminuido los niveles de la deuda pública y las necesidades de financiamiento, fortaleciendo las cuentas corrientes de balanza de pagos. Además, han afianzado la credibilidad de sus marcos de política macroeconómica, en tanto que los tipos de cambio flexibles han ayudado mucho a poder amortiguar el impacto de los choques externos.

Sin embargo, varias inquietudes surgen en torno a la actual coyuntura mundial. En primer lugar, inquietan las actuales presiones de liquidez fruto del impacto de los mercados de dinero a las tensiones mundiales de financiamiento, llegando a reconocerse que el costo de fondeo en dólares y en moneda local se ha disparado en los mercados interbancarios. En segundo lugar, inquietan también los actuales problemas de financiamiento del sector público de varios países. Porque si bien los recursos mediante fuentes externas han disminuido mucho desde el comienzo de la década, varios países aún enfrentan exigentes necesidades de refinanciamiento de la deuda pública.

En este contexto, el grado en que varios países dependen de los ingresos provenientes de las materias primas supone riesgos adicionales. En tercer lugar, existe una gran inquietud en torno a los crecientes déficits en la cuenta corriente de la balanza de pagos y la tendencia más restrictiva de las condiciones de financiamiento externo. Y, aunque el nivel de las reservas externas de la mayoría de los países de la región es suficiente para cubrir los déficits externos, los coeficientes de cobertura aun continúan siendo muy bajos en algunos países.

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