ECONOMÍA Y EDUCACIÓN

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Haití se está transformando

Beneficioso o no, resulta que Haití bruscamente ha cambiado de actitud respecto a las relaciones comerciales que lo vinculan directamente con la República Dominicana. No podemos afirmar si a corto plazo la balanza comercial irá  a variar sustancialmente, empero la tendencia ha tomado otro rumbo.

El resultado es aleccionador, la búsqueda sistemática de nuevos mercados es la salida oportuna, no hay duda, mercados hay a borbotones, sólo la necesidad de unos cuantos empresarios puede obnubilar este aserto.

Lo cierto es que algo está ocurriendo en Haití. De ser una economía despreciada por las estadísticas, considerado el pueblo más pobre del planeta, de pronto toma preeminencia, y con sorprendente desparpajo rechaza, sin ton ni son, las mercancías dominicanas. La hipótesis que sostenemos consiste en que ningún mercado por más pequeño que sea tipifica como marginal.

Craso error, hoy en día presenciamos el lagrimeo irrefrenable de aquellos empresarios que conciben la relación comercial como un fenómeno inelástico, cuando es todo lo contrario.

Hoy en día Haití es un centro económico de inversión extranjera, todo luce indicar que podría estar en un proceso de sustitución de importaciones, similar al modelo económico del gobierno de Balaguer de los setenta.

No obstante, este modelo es un arma de doble filo, o se produce y no se importa, autarquía irreal, o se produce y se exportan divisas, cosa que está ocurriendo en República Dominicana con la inversión extranjera y las empresas de zona franca.

Esto último es un escenario económico incomprendido por las políticas económicas locales, particularmente por los políticos que están hace algún tiempo en el Gobierno, quienes muestran el mareo del vaho de los ingresos en divisas por concepto de impuestos a la reconversión, otrora inversiones nacionales.

No se dan cuenta que lo que recibieron en divisas se convertirá en repatriación de beneficios, pesos convertidos en dólares que se extraen de la economía dominicana.

Aún se recuerda la opulencia de Haití del siglo dieciocho, periodo en que Santo Domingo se sumía en la pobreza. La tesis harto difundida de que Haití no existe como nación está hecha añicos.  

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