ECONOMÍA Y EDUCACIÓN

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Déficit, ¿inmoralidad financiera?

¿Qué es un déficit? ¿La diferencia del gasto, por encima del ingreso? Un déficit requiere de administración, la gestión del déficit, pero algo más, ese déficit presente absorbe, y en consecuencia, reduce el ingreso, lo estrecha, me refiero a los costos del mantenimiento del déficit.

El sistema eléctrico que opera  en la República Dominicana está compuesto por un ingreso, un gasto, y un déficit. ¿Quién es el acreedor del déficit energético? Es una inversión escondida, un capital generador de altos beneficios: ¿cinco, diez, quince, cincuenta por ciento de renta anual? El parque energético isleño opera, a pesar del déficit, empero, para que opere, los costos del déficit deben cubrirse. Entonces, ¿se puede vivir con un déficit permanente? A todas luces, parece que sí.

Ahora bien, se requiere satisfacer las expectativas financieras de los actores que giran alrededor del déficit. En cuanto al impacto social, sí, no hay duda. El déficit requiere del concurso del pueblo, el ente vivo que reduce la energía humana en componente presupuestario gubernamental. El tren oficialista pasa a ser el administrador del déficit, una especie de contralor del déficit. “Si ustedes quieren luz, yo le garantizo luz”, eso es en síntesis lo que ocurre, independientemente del “cómo”, argumento que alimenta otro déficit, el mediático, que a cuenta de la maledicencia energética, sostiene la parafernalia capitalista de la comunicación. Digo déficit mediático, porque la acumulación del conjunto de necesidades sociales tiene salida en el escenario en cuestión. ¿Hasta cuándo el déficit energético estará vigente? ¿De quien depende la vigencia de ese déficit? Argentina rompió relaciones energéticas con inversionistas españoles, a cuenta de la ruptura, el quiebre de un anacrónico déficit energético, cuyos beneficiarios financieros viven fuera del solar tanguero. Revisémonos a la luz de la experiencia de otros.   

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