Economía y educación; Polución

Economía y educación; Polución

La polución existe en economía, ¡como no! ¿Dónde está? La pregunta no deja de ser interesante; quizá la intuitiva sea la respuesta más idónea. Veamos. América, lo mismo que África y Asia han sido regiones sojuzgadas por la Europa de vanguardia.

De ingente se adjetiva el volumen de riqueza que sostuvieron reyes e imperios europeos, prolongando su decadencia a costa del ostensible empobrecimiento de sociedades emergentes, desgastadas prematuramente por la opresión tributaria del sistema regio imperante, por demás goloso. Este modelo económico existe aún, pero bajo el dominio de una forma distinta.

Hoy, en el curso de las primeras décadas del siglo veintiuno, la República Dominicana se encuentra anquilosada en el modelo importador; un grupo de intermediarios aupados por el esquema político predominante operan como distribuidores de fabricantes foráneos; ese es el modus operandis rentista del empresario isleño. Éstos no producen nada; sus esfuerzos se orientan al sostenimiento de almacenes, transporte y superficies de ventas; es el trípode fatalista de la actividad económica isleña.

A la vez se estimula el gasto de la población en bienes importados, cuyo resultado es el ostentoso PBI que difundimos al mundo como un gran logro, un PBI contaminado por el consumismo, sin pisca alguna de actividad fabril nacional, y por ende sin ninguna creatividad ni mucho menos la incubación de valor agregado.

La vigente política económica fiscalista castiga inmisericordemente a la población. Quieren más y más ingresos para las arcas del gobierno, obviando en franco desatino el estimulo a los procesos productivos.

La polución de la base económica dominicana está en ciernes, esta vez bajo el vicio financiero del empréstito. Para nadie es un secreto que la República Dominicana se desenvuelve sobre la base del endeudamiento externo, esa es la vía económica que se está transitando, un facilismo semejante al embudo.

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