Economía y educación

Economía y educación

La producción está arropada de sentimientos

Los olvidados pululan por las calles, son los ambulantes, ¿alguien se recuerda de ellos? ¿Quién los representa en sus necesidades, en el aumento salarial? Ellos también son dominicanos. Conocí a Manuelito Díez, el chinero de la Charles Summer, esquina Churchill.

Lloviendo, o con el inclemente sol, estaba allí, detrás del favor de los choferes, del público que se desplaza en los conchos y banderitas. De trato diferente, eso no lo da la escuela, lo da el hogar. Manuelito Díez, un día, enfermó, no se supo más de él.

La inversión social no existe en la isla; no confundirla con las ayudas y subvenciones. ¿Qué es inversión social? Consiste en proveerles a los pobres de una herramienta de trabajo para que subsistan y mejoren, a través de ser útiles, la desaliñada calidad de vida, despertarles las posibilidades creativas innatas. Que mejor ejemplo que el de los peloteros, en su mayoría de humilde extracción. Eso lo saben los americanos, pues realizan una inversión social desarrollando en ellos sus talentos. Sería Bueno saber si los que detentan la mayor proporción del patrimonio dominicano advierten este tipo de inversión, como pocas, de mínimo riesgo. 

La economía  respira, es un ente social. La economía respira y se puede ahogar si la aprisionamos, ocasionando el estado comatoso. Oxigenemos la economía, reorientando el flujo financiero hacia la energía humana, la gente con ansias de desarrollo no es la visión perversa de Maslow y su manoseada jerarquía de necesidades humanas. Lo que pretendemos es liberar las energías humanas creativas de los dominicanos, de cuyo desarrollo económico no pretendemos, porque sencillamente no lo entendemos. El desarrollo económico dominicano se encuentra en el pueblo desposeído, ahí en la manifestación más cruda del hambre se sientan las posibilidades creativas del humano, el sentimiento, del deseo indetenible por producir.

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