Economía y educación
Visión de monomercado

<P><STRONG>Economía y educación</STRONG><BR>Visión de monomercado<BR></P>

La debilidad competitiva que acusan los actores productivos isleños requiere, llana obviedad, de protección si incumbe el desarrollo, en síntesis, la única posibilidad de obtener beneficios cuando aspiramos a una economía rentable.

A lo interno de la ínsula, en contraste con su entorno regional, induce la gestión cooperante a fin de garantizar, si eso es lo requerido, el ansiado desarrollo económico.  Tal debería ser el paradigma de los diversos sectores productivos dominicanos, empero, no es así porque somos objeto de la fatalista visión de monomercado. ¿Cuál es ese comportamiento económico identificado como de monomercado? Bueno, que actuamos como agentes económicos bajo la sombrilla  de la unicidad de mercado como condición predominante, cosa que inspira el presente hilvane. Sí, de uno, sólo un mercado de consumo, el que cohabita en la isla de Santo Domingo, comprensión reductora, divorciada de la realidad, pues, huelga indicar la existencia tangible e incontrovertible de múltiples mercados potenciales si consideramos las vías de acceso, la posibilidad cierta de que podemos operar al insertarnos como agentes económicos interactuantes. Las regiones adyacentes están preñadas de segmentos y nichos de mercados de consumo.

La estrategia de monomercado es asfixiante y autodestructiva, daltonismo vivo en nuestro sector empresarial, cruda realidad, debilidad económica a superar en el corto plazo si aspiramos a desarrollarnos como pueblo.

Manda, pues, la observación reflexiva de la curva de experiencia productiva, es el espejo si buscamos enmendar nuestros errores, los vicios económicos vigentes.  

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