Ecuador: violencia y reclamos se vuelven contra sus autores

Gobierno denuncia presunto intento de asesinato a Noboa en ataque a caravana presidencial
Cuando Daniel Noboa se aproximó por primera vez al timón de la República, prometió reducciones de impuestos que el frágil cuerpo fiscal del Ecuador no podía sostener. Sin embargo, con el paso del tiempo, del jardín de lo incierto comenzaron a brotar flores de claridad.
Los mercados, siempre atentos al pulso de las reformas, han valorado ciertos avances: en especial, el aumento de la tasa del impuesto al valor agregado del 12% al 15%, que ha insuflado algo de vigor a un fisco exhausto, sostenido por una presión tributaria apenas superior al 13%, frente al promedio regional del 21%.
Así, tras navegar en mares de confusión, el barco del joven mandatario ha corregido su rumbo, empujado por el viento sereno de la esperanza que trajo su ascenso.
Pero, como ocurre siempre en los viajes de transformación, no todos los pasajeros comparten el destino. Grupos inconformes han encendido las calles con protestas que, en su desborde, se tornaron violentas. El pasado martes, la caravana presidencial fue atacada a pedradas y golpes en la provincia de Cañar.
La condena a tales actos fue inmediata: desde la Organización de Estados Americanos (OEA) hasta varios mandatarios de la región, incluido el dominicano Luis Abinader, se alzaron voces en rechazo a la violencia.
Y no sólo los actos violentos se han vuelto contra sus autores; también los reclamos, por su falta de sustento.
Los manifestantes exigen derogar el decreto que reduce parte del subsidio al diésel, bajar el IVA del 15% al 2% y mejorar los servicios de salud y educación. Pero las cuentas no cuadran: el decreto ha llevado el precio promedio del galón de diésel de 1.80 a 2.80 dólares, todavía muy por debajo del promedio latinoamericano. En Chile cuesta 3.79 dólares; en Argentina, 4.16; en Brasil, 4.18; en Perú, 4.24; en Uruguay, 5.60; y en la República Dominicana, entre 3.56 y 3.83 dólares.
En cuanto al IVA, Ecuador mantiene una tasa del 15%, inferior a la de Uruguay (22%), Argentina (21%), Chile y Colombia (19%), o Perú y República Dominicana (18%).
Las demandas de mejores servicios públicos son justas, pero requieren recursos, y la estructura tributaria ecuatoriana —que no alcanza el 14% del PIB— apenas puede sostener el peso de tales aspiraciones. El promedio regional supera el 21%. Y no es posible recurrir a la emisión monetaria, pues Ecuador, dolarizado, carece de política monetaria propia. Su margen de acción se reduce al aumento de ingresos o al endeudamiento, y su deuda pública ya roza el 56% del PIB.
Ojalá que ni la violencia ni la irracionalidad económica desvíen el rumbo de un país que, tras la fragilidad del inicio, comienza a descubrir en sí mismo la fuerza germinal de un futuro compartido.