Economicemos combustibles

Economicemos combustibles

Cada vez que el barril de petróleo aumenta US$1,  la República Dominicana tiene que pagar US$50,000 más por la factura petrolera de ese día. Para agravar las cosas, las alzas se están produciendo todos los días. Si el galón de gasolina o gasoil aumenta RD$3 sería simplista considerar esa alza únicamente en su valor absoluto, y pasar por alto que  la misma genera multiplicadores inflacionarios que se reflejan en los costos y precios finales de todos los bienes y servicios habidos y por haber.

Cada alza, por tanto, nos afecta por múltiples vías y presiona sin miramientos la economía individual, familiar, corporativa, y finalmente, la economía  nacional.

Esta dramática realidad nos obliga a  hacer uso eficiente y austero de los combustibles y la electricidad. Debemos planificar rutas, evitar vías congestionadas y otras situaciones que aumenten el gasto de combustible. Aún aquellos que tienen holgura  económica y pueden cubrir sus gastos energéticos, están obligados a considerar que la economía de la nación no resiste el peso de algunos de nuestros hábitos de consumo. Al margen de los programas oficiales de ahorro de carburantes y electricidad, cada  ciudadano está llamado, por deber cívico, a adoptar  fórmulas efectivas para el ahorro. Los días del petróleo barato han terminado y las alzas petroleras colocan una camisa de fuerza cada vea más apretada. Tenemos que ahorrar.

 

El grave desafío de la violencia

Las muertes violentas están generando en este país una estadística preocupante, que desafía nuestra capacidad para contener este festival y desmontar las causas que lo provocan. La frecuencia de hechos sangrientos nos habla de una proclividad violenta que aumenta y se diversifica, exhibiendo una amplia gama de modalidades de crímenes y delitos.

Los hallazgos de cadáveres de personas con apariencia de haber sido ejecutadas por rencillas o por encargo, los ataques contra policías y militares para despojarlos de armas y propiedades, el enfrentamiento a tiros contra autoridades de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) y otros hechos constituyen un grave desafío para nuestra sociedad. Cada suceso de estos sumado a la falta de respuesta efectiva de parte de la autoridad, agudiza la sensación de inseguridad que padecen los ciudadanos. Hay un desafío de la violencia al que debemos responder.

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