¿Economistas pesimistas?

 

<P>¿Economistas pesimistas?</P><P> </P>

En un evento entre economistas, alguien dijo que estos por formación eran pesimistas. Esa percepción es remota. En 1849, Thomas Carlyle (1795-1881), en un ensayo “The nigger question”, identificó la economía política como una “ciencia lúgubre”. El origen de esa visión estaba en las tesis de Malthus  (1766-1834), según la cual la clase obrera y la gran población estaban condenadas a la pobreza por dos razones: una era que la población crecía a un ritmo tan acelerado frente a la disponibilidad de recursos que inevitablemente se generaba una pobreza creciente y segundo, porque operaba la ley de bronce de los salarios, según la cual cualquier intento de elevar el salario por encima de un nivel de subsistencia iba a generar fuerzas demográficas que empujarían al salario de nuevo al nivel de subsistencia (más salario, más bienestar, más población, más trabajadores caída del salario al punto original).

Indudablemente el desarrollo de las fuerzas productivas y de la productividad que acompañó la revolución industrial del siglo XIX se encargó de desmontar esas tesis.

Sin embargo, en el Siglo XX la visión pesimista volvió a estar presente, en particular con la definición de economía ofrecida por Lionell Robbins (1898-1894) de la London School of Economics y adscrito a la conocida Escuela Austriaca (Menger, Mises, Hayek), quien partiendo de una construcción intelectual en 1936, definió la economía como la ciencia que estudia la asignación óptima de recursos escasos a fines alternativos. 

La economía se convertía en la ciencia de la escasez, derivando una estructura analítica de  mercados que se autorregulaban suponiendo conductas maximizadoras. Las crisis económicas eran procesos naturales o correcciones de pecados previos resultado de vicios públicos o privados. Había que vivir según las leyes “naturales” de la economía y los intentos por alterar esas leyes, estaban condenadas al fracaso, postergando un  “dolor” inevitable. De ahí que la sociedad debía sufrir, ser austera y tener una competencia desenfrenada para alcanzar el bienestar. Esa visión es la que se ha impuesto en España.  

Frente a esa visión se ha desarrollado otra,  asociada a Keynes (1883-1946), que parte de la tesis de que la escasez es en cierta medida una construcción intelectual que puede ser superada, donde el problema económico no es asignar los recursos escasos, sino más bien superar la escasez cuando existe, de forma que la economía estudia la manera en que los sistemas económicos pueden expandir el producto a través del tiempo, creando, distribuyendo y utilizando el excedente social. Para esta visión la vida no tiene que ser tan dura y la economía no trata de leyes naturales inevitables.

Finalmente, diría que el pesimismo es consustancial a los economistas de la escasez pero no de aquellos que estudian la forma de cómo superarlo.

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