Ecuador: segunda vuelta

Ecuador: segunda vuelta

Experiencia inédita. Del texto al escrutinio. Un balotaje presencial, una segunda vuelta para cumplir con las disposiciones de la Constitución de la República del Ecuador, la ley orgánica electoral y el Código de la Democracia.
Después de la jornada electoral del 19 de febrero, que incluyó una consulta popular sobre los paraísos fiscales, ningún binomio presidencial obtuvo los votos previstos para ganar. Ese día, la ciudadanía también votó para elegir asambleístas nacionales, provinciales, del exterior y parlamentarios andinos. Como ninguna opción para la presidencia obtuvo la mayoría absoluta, tampoco el 40% de los votos válidos emitidos, ni superó, por un 10%, al partido que ganó el segundo lugar, el balotaje era necesario. Un Consejo Nacional Electoral -CNE- presto y dispuesto, reinició la jornada. Esta vez menos complicada porque solo dos candidaturas disputarían su acceso al Palacio de Carondelet.
El 10 de marzo comenzó la campaña electoral y los aprestos correspondientes para la veeduría, nacional e internacional, del proceso, que culminó el 2 de abril.
La observación electoral internacional, con categoría constitucional en algunos países, avalada por Convenios y Acuerdos, que justifican y legitiman la labor, con un referente en la “Declaración de Principios para la Observación Electoral y el Código de Conducta para Observadores Internacionales” -ONU 2005- fue validada de manera excepcional.
Con presteza inusitada, el CNE acogió las observaciones presentadas, luego de la primera vuelta. La Coordinación Técnica de Procesos Electorales notificó a la representación de las misiones presentes el 19 de febrero, el acatamiento de las recomendaciones y las medidas tomadas para enmendar los inconvenientes detectados. Atrás las imputaciones de turismo electoral y de avenencia con el órgano electoral.
Los representantes de los organismos acreditados para el trabajo de observación demostraron que su presencia es importante. Sin irrespetar las normas internas, sin atisbo de intromisión, las sugerencias hechas por los observadores de la Unión Interamericana de Organismos Electorales -UNIORE-, Asociación Mundial de Organismos Electorales – A-Web-, por la OEA, fueron evaluadas, discutidas, tal y como dispone el Reglamento de Observación Electoral.
Después del análisis de los informes, que carecen de carácter vinculante, el pleno del CNE dispuso corregir e incorporar correctivos, en procura de un mejor desempeño electoral. La jornada electoral “lato sensu”, inició con el voto de las personas privadas de libertad.
El jueves 30 de marzo, la legión de observadores fue testigo de esta modalidad de inclusión que ha sido modelo para otros países de la región. Aquí fue adoptada, con asesoría del CNE- año 2015-, igual que el voto en casa y la mesa auxiliar para personas con discapacidad. El viernes 31 correspondió al voto en casa, en los albergues para adultos mayores, Hogares de Ancianos y Asilos, regenteados por religiosas.
El silencio electoral comienza 48 horas antes de las elecciones y la prohibición para la venta y consumo de alcohol, se extiende hasta 12 horas después. El inicio de las votaciones es solemne. Un ceremonial en la sede del CNE, con la presencia del Presidente de la República, inaugura. Juan Pablo Pozo, presidente del CNE, indoblegable, hizo el relato del trayecto previo y aseguró la idoneidad del proceso. Sin desconocer agruras, denostaciones, agravios, proclamó que los principios se tienen o no se tienen, ergo: no se negocian. Rafael Correa, sabedor de su legado y consciente del adiós, se despidió bravío. Siete en punto, la sirena suena. Empieza la jornada. A las 8 pm, como fue previsto, el resultado estuvo en pantalla. Las cifras, acreditadas por las misiones internacionales de observación y por organizaciones cívicas ecuatorianas. Las reacciones adversas se sucedieron. La calle ardía. El 8 de abril, un reconteo en Pichincha ratificó resultados divulgados. Los recursos presentados por Alianza País y Creo Suma, fueron aceptados. Mañana, en el Coliseo Rumiñahui-Quito-, habrá un reconteo público. 3,865 actas, equivalente a 1,250 millones de votos, serán revisadas. Las dos organizaciones que compitieron, alegan “inconsistencia numérica y de firmas”. Otro reto para el CNE. El resultado del reconteo, sin dudas, fortalecerá la democracia.

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