POR ABIL PERALTA AGÜERO
Una de sus mayores conquistas que en el plano del arte incorporó como acierto la filosofía de la postmodemidad, fue el establecimiento como canon legítimo, todas las acciones creadoras y artísticas correspondientes a la pluralidad como expresión estética.
Desde los albores del premodernismo, con la impronta del movimiento Dada, se sentían los pasos de una alfabética abierta, como diría Humberto Eco, que legitimaba cualquier acción creadora, incluyendo el absurdo, originalmente planteando en el teatro de Samuel Becket, para en su proceso de evolución dialéctica, tocando lo más avanzado del arte moderno, llegar hasta la apertura y uso total de técnicas, estilos y conceptos como articulaciones eclécticas de libre asociación para estructurar objetos de arte concebidos como tales por el artista de nuestro tiempo.
Esas posibilidades multidireccionales le han permitido a los artistas contemporáneos, articular un lenguaje que a la manera de una espiral ritmada, retrotrae y reincorpora iconografías tan opuestas en términos temporales, que van desde la asociación del signo, símbolo y mito antiguo, hasta elementos sígnicos, propios del mundo cibernético y digital.
Mi reflexión anterior, es para advertir como celebración, la convicción sensible y correctamente articulada con la que el joven artista Edward Vásquez acciona los elementos técnicos y estilísticos que le dan corpus visual y transito hacia una fresca presencia en el arte dominicano contemporáneo.
Egresado con el grado de Cum laude de la prestigiosa Escuela de Diseño de Altos de Chavón, Edward Vásquez, cuyas obras suscribe como Ed Vásquez, se apodera de una estructura dibujística furtiva, nerviosa y fugaz, desde la que hace emerger, a fuerza de gestos pictoriales a la manera de sombras chinescas, imágenes de una latente figuración metafórica, desde donde nos propone de manera latente, la imagen de la mujer costurera de Zona Franca que día tras día deposita, sin retorno, sus horas de vida en el trabajo donde confecciona ropa para la gran industria.
Semánticamente y a la manera de la música barroca, el artista se apropia del ritmo de la máquina que casi a la velocidad de la mirada acelera puntadas, tras puntadas para confeccionar el vestido UNO O MILES que en el mundo habrán de usar en un momento/equis de este tiempo tan inmediato como el relámpago. Probablemente, evocando a Velásquez en Las Hilanderas, el joven pintor asocia máquina de producción telar con la OTRA máquina que es el cuerpo humano, desde donde nacen productos manufacturados de consumo masiva que van directamente al mercado de capitales.
Si bien sus recursos estructurales y factúrales son complejos y eclécticos, en cuanto a diseño y composición visual, las atmósferas referenciales en su abordaje de la luz delatan su pasión por las dramáticas inspiraciones goyezcas en cuanto tiene que ver con la valoración de la luz en la escena pictórica.
Vásquez construye, utilizando la máquina de coser como referente simbólico, mecánico e industrial, laberínticas estructuras visuales en las que de manera contrastante hace resonar los valores del vacío y de masas cromáticas hieráticas y envolventes, que interactuando dentro una atmósfera de seducción plástico-perceptual, apuestan a un expresionismo abstracto que mueve al espectador con su encaje dramático, a la reflexión humanística y social, apelando así a la vieja formulación sociológica y filosófica que pregunta y pregunta sobre la enigmática relación/formulación histórica HOMBRE-MAOUINA.
Con un talento evidenciado en el dibujo y en la temprana capacidad para la alquimia cromática, este joven artista imprime de un grafismo dinámico sus escenas, apostando a recursos técnicos tan diversos, que van desde el bifuminado cromático, la mancha, la veladura y el escorzo hasta el driping del maestro norteamericano Jackson Pollock.
Es evidente que Ed Vásquez sabe sumar, tejer y resementaizar la imagen visual hasta llegar al estadio más propio que mañana pudiera patentizar su arte como fundamentos de un lenguaje próximo a su hoy naciente pictorialidad personal. Creo en él y en su fe, pero sobre todo en su compromiso de seguir haciendo transacciones fabulosas con el misterio y la magia del arte, como bien lo demuestran las pinturas de mayor acierto estético como las telas de ésta planchadora o las costureras que contemplamos en su segunda exposición individual abierta recientemente al público en la nueva Galería de Arte París de Santo Domingo.
Abil Peralta Agüero
Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Aica-Unesco Miembro de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte.