Edeeste

Edeeste

Hará ya casi tres años que la iglesia donde ejerzo mi ministerio rentó un local en la Avenida Hermanas Mirabal. Específicamente en el edificio Plaza Galerías de Villa Mella.
Sin embargo, para poder tener energía eléctrica, nos hemos visto en la necesidad de comprar dos plantas eléctricas y un inversor de varios kilos.
Al cierre de cada mes, llora ante la presencia de Dios la cantidad de dinero que desembolsamos para la compra de combustible. Ahora mismo tenemos varios meses sin que se dé un solo servicio contando con la energía suministrada por Edeeste.
No obstante, el miércoles de esta semana, al levantar el teléfono de la casa, recibí un mensaje de un oficial de la compañía eléctrica diciendo que fui sometido al departamento legal por atraso en el pago. (Esto así por estar fuera del país).
Al verificar, ciertamente tenían razón: debíamos dos meses. Así que fui corriendo y los pagué. Ya no debemos un centavo.
Lo único que, todo cuanto la iglesia ha pagado ha sido apagones. Esto es algo que uno no puede entender: una compañía cobrando por un servicio público que no da. Y, peor aún, que tiene el derecho con esto para dañarle a cualquiera el expediente crediticio.
En el juicio final, ¿qué excusa podrán presentar ante Dios esos señores dueños de esa enorme compañía?
Estas son de las cosas que sólo se ven en un país como el nuestro, donde cada quien hace lo que bien le parece sin que haya justicia.
Imagínese, no hay piedad ni siquiera con la obra de Dios.
Nuestra iglesia es sólo el ejemplo de lo que ocurre con todas las demás en la zona. De no ser por la fuerte devoción, sería imposible asistir y estar en un templo.

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