Edificaciones curiosas en Santo Domingo

Edificaciones curiosas en Santo Domingo

En la ciudad de Santo Domingo existen edificaciones con formas arquitectónicas y elementos diversos que las hacen ver diferentes a las demás, por lo que logran ser una curiosidad.

Estas curiosidades se deben muchas veces a los caprichos del propietario o del ingeniero que realizó la obra, y en otras ocasiones es debido a peculiaridades propias del sitio donde fue levantada, sin dejar de mencionar las que han sido modificadas por la naturaleza.

[b]La casa triangular[/b]

Una de ellas está en el sector extramuros, vivienda de dos pisos más curiosa de la ciudad de Santo Domingo.

Se encuentra situada en la calle Padre Billini, número 601, y fue construida en los años 40. Era propiedad de un ex general del Ejército Nacional, en la época del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, pero luego pasó a ser propiedad de la viuda Saladín.

Esta rara residencia fue adquirida posteriormente por dos sacerdotes pertenecientes a la parroquia San Pío X: los padres Ignacio Ayazala y Miguel Bindeguía.

Es una construcción sólida y la única residencia cuya estructura es en forma triangular, debido a que ocupa tres esquinas.

Su fachada está en la calle Padre Billini, mientras que por la parte de atrás, a la derecha, le cruza la calle Cambronal, y a su izquierda le pasa la calle Canela, que está detrás del primer cementerio capitaleño, y con la cual este ángulo forma el vértice de un triángulo.

Tiene en el frontispicio dos puertas y seis ventanas. Atrás, cuatro ventanas, y en la cubierta, una pequeña torre cuadrada; del lado de la calle Canela hay una puerta, cuatro ventanas y un garaje interno. Además, en el techo fue construido un anexo.

[b]La casa inclinada[/b]

Así mismo, existe otra vivienda que debido al estado en que se encuentra llama la atención de todas las personas que por allí transitan, principalmente de los turistas.

Está situada en la calle Juan Bautista Vicini, número 7, y fue construida en madera en los últimos dos meses del año 1930, por la familia Everstz. Lo curioso de ella es que está inclinada, como si se fuera a caer, y según información obtenida del vecino del lado, Ramón Ortíz, ello ha sido causado por el poco mantenimiento que ha recibido el inmueble.

Sus tablas, ya con tantos años aguantando lluvias, temblores de tierra y ciclones, estaban tan deterioradas, que fueron cediendo y aflojando los clavos ya oxidados, hasta que hace cuatro años se dobló, y así se ha quedado hasta ahora.

Esto motivó a que las personas que la habitaban tuvieran que trasladarse a unas viviendas que hay en la parte de atrás.

Actualmente, dentro tiene unos troncos gruesos que le han servido de soporte a las paredes inclinadas.

El piso, que en la parte del medio era de madera, igualmente se desplomó, quedando sólo las bases. Estos son pilotillos enterrados en el suelo, los que primero fueron petrificados en petróleo, y puestos allí porque cuando se construyó la vivienda hace ocho decenios, por debajo corría una cañada, la cual tiempo después se secó.

Residencia con

árbol dentro

De la misma manera, existe otra casa rara en la zona de extramuros, situada en la calle Imbert número 53.

Esta es una pequeña vivienda de madera, que tiene tres habitaciones, dos puertas y dos ventanas, la cual, según su dueño, Ramón Báez, fue construida hace unos cuarenta años. Lo curioso de ella es que está fabricada con un árbol de tamarindo dentro, cuyo tronco traspasa el zinc del techo.

Esta rareza la creó su dueño quien no quiso tumbar la mata, y esa parte de la cubierta la tiene fuertemente amarrada con gomas y plásticos para evitar se filtre el agua de lluvia.

Allí hay una pequeña habitación que es donde se guardan los artículos de un ventorrillo que tiene el propietario.

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