Edimburgo, esplendoroso renacer

<p>Edimburgo, esplendoroso renacer</p>

La ciudad de Edimburgo se desenmaraña de sus típicas mantas y faldas de cuadros ‘tartan’, los conjuntos ‘twinsets’, el olor a whisky y el céltico sonido de la gaita para mostrar su inmejorable momento como centro turístico y crisol cultural británico.

Los lectores del famoso rotativo «The Guardian» han elegido recientemente a la capital escocesa como «su preferida para visitar en Reino Unido» por sexto año consecutivo, un puesto que responde al mérito de los escoceses por hacer de esta ciudad una cita cultural inesquivable por su prestigioso festival de teatro, además de la excelente oferta hostelera, gastronómica, comercial y turística, dado la cantidad histórica y calidad artística que encierran sus edificios, castillos y calles.

Sin ir más lejos, la reciente inauguración del nuevo edificio del Parlamento Escocés ha otorgado a esta tranquila ciudad un nuevo soplo de vida. Diseñado por el arquitecto barcelonés Enric Miralles, el imponente edificio parece brotar de la tierra, con «ramas» de hormigón cubiertas de hierba que salen de los edificios que presentan forma de hoja y se comunican con los jardines. El diseño de los jardines incluye árboles, flores silvestres y arbustos autóctonos de Escocia.

Joya arquitectónica

El hemiciclo de la Cámara está en el primer nivel de este edificio. Los parlamentarios escoceses entran al hemiciclo a través de un pasillo acristalado, que se extiende por la cara norte. En el extremo oeste del pasillo se encuentra un dintel de piedra que pertenecía al edificio original, donde se reunía el antiguo Parlamento Escocés existente antes de la unión de Escocia e Inglaterra. El atractivo de esta nueva joya arquitectónica es su ubicación, ya que se halla frente al Palacio de Holyrood, la residencia oficial de la Reina de Inglaterra en la ciudad.

Situado al final de la Royal Mile, el palacio cuenta con más de 900 años de historia, ya que fue construido inicialmente como monasterio agustino con su famosa abadía, símbolo central del edificio. Durante los siglos XV y XVI se desarrolló como palacio real, ya que sus sucesivos reyes y reinas lo eligieron como residencia en Escocia, incluido el turbulento paso de Mary, reina de los escoceses, entre 1561 y 1567.

Aquélla se caso con sus dos maridos en la Abadía del palacio y su secretario personal, David Rizzio, fue asesinado en sus habitaciones privadas por un grupo liderado por su marido, Lord Darnley, ya que éste sospechaba de un supuesto ‘affair’ entre la reina y Rizzio. Dos siglos más tarde, sin embargo, el rey George IV de Inglaterra ordenó que los apartamentos de Mary deberían preservarse como sagrados y sin sufrir alteración alguna. Gracias a él, el turista de hoy en día puede pasear por las estancias del palacio con una percepción bastante aproximada del uso prístino del edificio.

Castillo de Edimburgo

Cerca del palacio se erige el Castillo de Edimburgo, levantado sobre un volcán apagado en la cima de la Royal Mile. Las joyas de la Corona Escocesa, la maravillosa capilla de St Margaret, la Piedra del Destino, en la que los reyes escoceses eran coronados, y el enorme cañón de asedio Mons Megel, son las principales atracciones de este castillo, el más visitado de la capital.

Y es que, sin duda, Edimburgo es una ciudad histórica y llena de vida. Si bien hasta el siglo XVIII se circunscribía en lo que se conoce como la Old Town –la zona del Castillo de Edimburgo y la Royal Mile, descritas arriba–con la Universidad y el Banco de Escocia como principales instituciones, la campaña de remodelación de la ciudad desempeñada en el siglo XIX transformó positivamente.

La unión de Escocia e Inglaterra en 1707 trajo consigo el desplazamiento de todo el poder político y económico hacia Londres. Esto empobreció críticamente a Edimburgo, por lo que en 1762 se encomendó la reconstrucción de la ciudad a James Craig, quien tendría que ‘embellecer’ y ampliar la ciudad para atraer ricos inversores a Londres.

Edimburgo, “la  Atenas del norte”

Cuando en 1822 el rey George IV hizo su entrada histórica a Edimburgo, ésta ya se había convertido en la segunda potencia económica británica y, debido a su arquitectura neoclásica, fue apodada con el nombre de «La Atenas del norte»

Su diseño de la New Town necesitó más de cuarenta años para ser completado. Cuando en 1822 el rey George IV hizo su entrada histórica en Edimburgo, ésta ya se había convertido en la segunda potencia económica británica y, debido a su arquitectura neoclásica, fue apodada con el nombre de ‘la Atenas del norte’.

Una vez en el centro de la ciudad, el Scottish National Portrait Gallery, en Queen Street,  alberga retratos de las diferentes dinastías monárquicas, mientras que el Royal Museum of Scotland, en Chambers Street, es un espléndido edificio victoriano con una rica colección de obras de arte internacionales. El Museo de Escocia también es un centro recomendable para conocer la historia del país, desde su orígen geológico hasta los últimos cambios acontecidos en el presente siglo.

Entre las principales áreas de Edimburgo destaca Bruntsfield, distrito a tan sólo 20 minutos a pie de Princes Street –una de las calles centrales de la ciudad. Entre sus imponentes apartamentos de estilo victoriano se destaca la proliferación de tiendas ‘delicatessen’ y vinos, tiendas de regalos y floristerías, lo que le otorga una agradable sensación de pueblo.

Bohemio Stockbridge

Un paseo para el amante de las compras de reliquias debe dirigirse siempre al bohemio Stockbridge, un barrio situado que recorre St Stephen’s Street entre tiendas de ropa ‘vintage’, galerías de arte y fabulosas joyerías. Para un rato de relax merece la pena tomar un descanso en el Real Jardín Botánico, pasear por el Water of Leith o tomar un té en los diversos establecimientos de la zona.

Sin embargo, una de las áreas más desarrolladas en los últimos años es el puerto de Leith, que hoy en día dispone de fantásticos hoteles, tiendas, bares y casas. Su larga historia como zona marítima se palpa en los muchos restaurantes de pescado de la zona y en el hecho de albergar anclado el Royal Yatch Britannia, famoso yate de la familia real británica. Además, cada sábado se monta aquí un mercado de antiguedades y alimentación digno de visita.

Y es que, como afirma el novelista escocés Ruaridh Nicoll, «un nuevo tipo de ciudad está creciendo aquí, la que elige no extenderse al modo de una gran metrópolis como Londres o Los Ángeles pero, al tiempo que permanece compacta, aspira a toda la sofisticación de los grandes lugares».

Así, ejemplos como el nuevo Parlamento Escocés, el desarrollo del Festival de Teatro, que duplica su población anual, así como su renovada oferta de hostelería y restauración, han hecho de la capital escocesa una ciudad cálida pese a su pertinaz neblina. No en vano decía ya el escocés Robert Louis Stevenson –autor de ‘Dr. Jekyll and Mr. Hyde’– «Edimburgo es lo que París desearía ser».EFE/Reportajes

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