EDITORIAL

EDITORIAL

Muy poca gente está acudiendo a retirar sus cédulas de los centros de documentación establecidos por la Junta Central Electoral (JCE). Esa fue la observación que reporteros de este diario hicieron durante un recorrido por esos centros.

La ocurrencia llama la atención porque mañana, martes 16 de diciembre, vence el plazo para que las personas con edad suficiente para ejercer el voto por primera vez retiren el documento.

Así las cosas, o hay pocas cédulas pendientes de entrega en los centros de inscripción porque sus dueños ya las retiraron, o la apatía está afectando a muchos nuevos votantes, de manera que los mantiene alejados de esos centros, o, como ocurre con frecuencia en este país, un buen número de interesados ha dejado el asunto para último momento, lo que provocaría aglomeraciones muy molestas.

No descartemos que la oferta política actual, caracterizada por enfrentamientos en dos de los principales partidos del sistema, sumada al discurso vacío de los políticos, haya inducido esta apatía entre los votantes de primera vez.

Sea cual fuere la causa, los interesados deben saber que siempre vale la pena hacerse de la Cédula de Identidad y Electoral, pues es el documento por excelencia para la mayoría de los actos de vida pública.

La JCE ha dado facilidades suficientes para que los interesados, y especialmente los nuevos votantes, puedan retirar sus cédulas en los centros de documentación. Inclusive, el tribunal electoral dispuso que en esos centros se trabajara tiempo extra con esos mismos propósitos.

Convendría que los partidos políticos incentivaran a sus militantes y simnpatizantes para que acudan a los cerntros de cedulación, como forma de ponerse en aptitud de votar por los candidatos de su preferencia.

[b]Hagamos algo[/b]

Hace unos días, cuando prestaba juramento como presidente del Colegio Médico Dominicano, el doctor Aldo Ariel Suero aconsejó que la población asuma por cuenta propia una campaña para combatir el dengue, ante el hecho de que las autoridades, según decía, no están en condiciones de asumirla.

Los casos de personas afectadas por el dengue se han multiplicado de manera preocupante, hasta el grado de que, según estadísticas oficiales, para octubre de este año el número de infectados superaba en un 40% todos los registrados el año anterior completo.

La realidad es que las autoridades sanitarias se han limitado al lamento y a denunciar que la enfermedad estaría siendo mal atendida por los médicos y que esa sería la causa de los numerosos decesos provocados por la enfermedad. Los médicos, en cambio, se defienden con el argumento de que en los hospitales no hay medicamentos para una atención adecuada del dengue.

En uno y otro caso, lo sorprendente es que se afirmen cosas parecidas ante una enfermedad endémica, nada novedosa en nuestro país. ¿Nuestros médicos de antaño sabían lidiar con el dengue y los actuales no? ¿Cómo se explica eso?

Debido a que, comoquiera, la población está desprotegida y a merced del dengue, sería útil recurrir a la autodefensa, frenando por nuestros medios la multiplicación del mosquito transmisor. Cada familia puede aportar a esta luca, pues simplemente tiene que elminar los estancamientos de agua en tarros, llantas y otros artefactos y destruir los hospedajes del mosquito y sus larvas. Al menos, es una fórmula más esperanzadora que la parsimonia de las autoridades ante el avance arrollador del dengue.

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