EDITORIAL

EDITORIAL

El año 2003 está por concluir y el balance de realizaciones en beneficio de la gente arroja saldos negativos y se ven acrecentados los desafíos por vencer.

Lo primero es que se ha esfumado la proeza que durante más de un decenio mantuvo encumbrada nuestra economía en niveles de crecimiento que estuvieron entre los más altos del mundo. Ese solo acontecimiento, que data de antes de que las crisis bancarias zarandearan las finanzas nacionales, significa que algunas de las ejecuciones no estuvieron en el camino correcto y se tradujeron en tara que fue frenando el crecimiento de la economía.

El deterioro de la calidad de vida de los dominicanos se acentúa cada vez más, debido a las constantes devaluaciones de la moneda y pérdida de poder adquisitivo por ésa y otras causas. Ese ingrediente ha transformado en letra muerta los esfuerzos de luchar contra la pobreza y debido al grave deterioro de las finanzas públicas, no están a la vista las posibilidades de que este proceso pueda ser revertido a corto o mediano plazo.

[b]-II-[/b]

En el taller «Objetivos de desarrollo del milenio», patrocinado por el Sistema de las Naciones Unidas y efectuado aquí martes y miércoles de la presente semana, se ha pasado revista al cumplimiento de los compromisos asumidos por la República Dominicana y consignados en la Declaración del Milenio, que fue el documento final de la Cumbre del Milenio celebrada en Nueva York del 6 al 8 de septiembre del año 2000. Se ha visto el atraso en los esfuerzos por reducir el porcentaje de personas con ingresos inferiores a US$1.00 por día y en cunto a mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la educación, así como otros objetivos a cuyo logro nos comprometimos.

También quedó demostrado que necesitamos hacer grandes esfuerzos para reducir el número de muertes de mujeres durante el parto, la morbilidad por tuberculosis y otras causas de muerte. En fin, que muchos de los objetivos que deberíamos cumplir al 2015 parecen muy lejos de poder realizarse.

[b]-III-[/b]

En ese mismo taller se habló de las limitaciones que tiene el país, en términos financieros, para acometer las tareas consignadas en el compromiso. Luis Reyes, funcionario del Secretariado Técnico de la Presidencia, afirmó que la capacidad de endeudamiento del país está «prácticamente agotada», lo cual limita las posibilidades del gobierno de financiar programas, y señaló que el país pasó de ser una de las naciones menos endeudadas de América Latina, a tener un nivel de endeudamiento cercano al 50% del Producto Interno Bruto. Agreguemos a esto el hecho de que sólo los servicios de la deuda comprometen una tercera parte del presupuesto general de la nación para el año 2004.

Todo indica que el mejoramiento de las condiciones de vida de los dominicanos, en los aspectos cuantitativo y cualitativo, es decir, mayores ingresos y más salud y educación, son objetivos que sólo podrían ser emprendidos sobre la base de un cambio muy drástico en la política económica.

Por tanto, los compromisos a plazo fijo asumidos en la Cumbre del Milenio se convierten en permanentes en virtud de la situación que atraviesa el país. Y ello así, a menos que comprendamos que la vida de la nación no puede continuar por derroteros tan inciertos y que se requieren cambios dramáticos en el estilo de conducción del Estado.

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