EDITORIALES

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[b]Alerta[/b]

La tormenta tropical Odette, caracterizada por fuertes lluvias y vientos, está azotando desde ayer gran parte del territorio nacional.

Y ya para estos momentos llegan a lo máximo las posibilidades de que ríos y cañadas se desborden, y que por las intensas precipitaciones ocurran derrumbes en la cercanía de hondonadas.

Ayer las autoridades encabezadas por la Dirección de la Defensa Civil, enfatizaron su recomendación de que las personas que residen en zonas bajas y cercanas a cursos de agua se trasladaran a lugares seguros.

El balance hasta anoche era de daños mínimos, relacionados con el paso de este atípico fenómeno que hacia la madrugada de hoy debería estar comenzando a alejarse de la isla.

En este momento de emergencia, tal y como lo ha recomendado el presidente Hipólito Mejía, todos los dominicanos en condiciones de riesgo deben acogerse a las directrices trazadas para preservar su seguridad. Es también fundamental que las autoridades sean diligentes y efectivas eu su misión de proteger a quienes necesiten ayuda en estos momentos.

[b]Partidos[/b]

La Tercera Gran Convención Empresarial, que reunió una nutrida y diversa representación del sector privado, culminó el pasado viernes con una serie de resoluciones sobre el presente dominicano, una de las cuales contiene el reclamo de que el ejercicio partidario del país esté reglamentado mediante ley, todo a fin de que en modo alguno, las actividades políticas entren en contradicciones con los intereses generales de la nación.

Se trata de un pronunciamiento muy oportuno, pues en estos momentos, la República vive una de sus peores crisis económicas con múltiples asuntos y situaciones que ameritan la plena y urgente atención y la actitud moderada y austera de quienes tienen el poder, pretenden conservarlo o aspiran a alcanzarlo.

En contraste, además de inquietar a la ciudadanía con querellas internas y divisiones que arrancan de la estrechez de los individualismos, lo que importantes liderazgos han propiciado es que se esté desarrollando prematuramente una campaña proselitista que consume ingentes recursos y nada garantiza la noble procedencia del billetaje que motoriza el accionar de aspirantes, ni el respeto absoluto a la norma de administrar los bienes del Estado sin favorecer fines políticos.

[b]Confianza[/b]

No cabe duda: la Junta Central Electoral ejerce facultades intransferibles. Su poder es legítimo. Pero tiene que reconocerse que los procesos unilaterales que una y otra vez determinaron la composición de ese tribunal -que debió originare en un firme consenso- obligan a cuidar con especial esmero la imagen del organismo.

Se justifica que entidades de la sociedad hayan logrado, en armonía con los partidos políticos, el establecimiento de vínculos y medios de observación que contribuyan a dar transparencia al proceso organizativo de los comicios del próximo mes de mayo.

Complace saber que a pesar de que algunas voces se empeñan en descalificar las críticas e influencias ejercidas constructivamente por organizaciones calificadas, y en cumplimiento de un deber ciudadano, los propios jueces electorales –sin renunciar a la plenitud de sus potestades- acogen con muy buen sentido y en términos generales, aunque disientan en algunos casos, las labores de seguimiento externo.

Se cumple así un compromiso con la pluralidad y la equidad para asegurar que las elecciones culminen sin sombras ni traumas. Una JCE en casa de cristal es lo que procede. En eso no puede transigirse.

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