Eduardo Estrella

<p>Eduardo Estrella</p>

EZEQUIEL GARCÍA TATIS
El tema de la reelección abunda en los titulares de la prensa, muestra evidente de que este tema preocupa a la población más consciente del país. La preocupación obedece a la primerísima importancia que tiene la política para la realización de las demás actividades fundamentales que posibilitan alcanzar el bienestar de la población. El desempeño de la economía, el ejercicio de las libertades ciudadanas, la seguridad pública y el imperio de la justicia están tan ligadas al desenvolvimiento de la política que se aprecia que el cambio que necesariamente requiere el país debe comenzar en el ámbito de la política.

Independientemente de que esta percepción sea válida o no, dado el estado de deterioro en que se encuentran los valores en otras áreas esenciales, como la integración y la educación familiar, se aspira a un mejoramiento del quehacer político a fin de que su efecto se propague a las demás esferas esenciales, para alcanzar las metas de bienestar general.

Y es que en esta etapa de la República Dominicana muestra incuestionables logros en su crecimiento económico global, con alto nivel de crecimiento en varios sectores, tales como sus demandados polos turísticos, su salto en las comunicaciones, en las construcciones y en el transporte, además de su empuje en el comercio y en la industria. Todo esto conjuntamente con elevadísimas recaudaciones del erario público. No obstante estos hechos positivos, se acrecienta la pobreza, con aumento de la distancia entre los núcleos mejor favorecidos con altos ingresos y las mayorías poblacionales con menor participación en la renta nacional; se mantiene bajo el gasto social, a tal punto que los análisis de laboratorio indicaron crecimiento de la anemia en el anterior período 2000-2004. Hoy la población está sobrecogida ante el imperio de las cargas fiscales y el avasallamiento del narcotráfico y de la inseguridad ciudadana.

A tal punto es grande el contraste entre crecimiento económico y males socioeconómicos que gran parte de la población ha perdido o va perdiendo la esperanza de que pueda producirse un cambio favorable ante la situación creada.

El contraste que muestran los indicadores económicos conjuntamente con los niveles de pobreza y de violencia, se aprecia igualmente en el ámbito de la política. Nadie imagina ya el acceso al poder por la vía del golpe de Estado. Sin embargo, la democracia conquistada que se ha dado gobiernos seleccionados en elecciones libres, estos han resultado incapaces de conducir la nación por las vías del verdadero desarrollo de su población.

Una de las razones de la situación actual en la arena política parece ser el cambio verificado, al pasar de dirigencias partidarias con aspiraciones políticas no mezcladas con ambiciones del poder económico, a lo experimentado por el país en los últimos años: gobernantes, dirigencias partidarias y funcionarios públicos capaces de llegar y mantenerse, o tratar de mantenerse en el poder a base de exhibir enormes caudales que, además, les posibilita ascender a las altas clases con poder y con impunidad. Esta es, seguramente, la principal enfermedad de la política.

Ante tal encrucijada y comprobada que en el Partido Reformista Social Cristiano -PRSC- la candidatura de Eduardo Estrella cuenta con la mayoría de sus miembros y de que tiene mejor imagen que los otros aspirantes, lo conveniente a ese partido es que se produzca un consenso alrededor de su candidatura. Y, una vez logrado ese propósito, el Partido Revolucionario Dominicano -PRD- debería aunar fuerzas a través de la candidatura reformista socialcristiana, única forma que, aprecio, podría impedirse la reelección. La razón es que a esa candidatura se sumarían fuerzas de fuera de los dos partidos porque presentaría una candidatura diferente, sin las cargas económicas que muestran los demás y, posiblemente, con la capacidad para iniciar los cambios en la importante arena política.

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