Eduardo otra vez

Eduardo otra vez

[b]Washington De Peña[/b]

Qué suerte que tiene Eduardo. Su candidatura asesinada por los suyos de repente ha renacido. ¡Y de qué manera!

Puestos a recordar, cuando sale la aspiración ¡Eduardo Estrella presidente!, una espesa nebulosa política arropa al país. Alumbra tan poco, que los directores del tráfico político dentro de PRSC, le permiten moverse con libertad, seguros de que a causa de su opacidad, temprano topará con la cruel realidad. Se irá de bruces y la candidatura se romperá la crisma. Mientras, los dueños de las masas irredentas dentro del Partido Reformista, se regodean. Las moverán moderadamente y a su tiempo, porque la falta de rival deja libre el ruedo.

¡No hay nada que hacer, ufanos se dijeron!. Muerto Balaguer. Sin herederos, la cancha es de los fuertes y nosotros somos los más. Cuantas sonrisas. Y burlas. Ironías.

Pero, ¡Oh destino!. La conciencia de los muchos entre los reformistas hizo recuerdos y cobró el abandono. Eduardo Estrella ganó las primarias.

Y fue un rayo de luz que ilumino las tinieblas de la época, que cual tromba marina apunta a la estancia de hoy en la República.

Hablaron las encuestas. Muestreado el electorado, apuntó un 28% de preferencias a su favor. El reloj político, toco la hora de Eduardo y por tanto de su partido y simpatizantes.

La poca luz con que llegara taladró la oscuridad.

Pero no podía ser. Salta la envidia que siempre anda a flor de piel y se recurre al viejo refrán de los leñadores: «No hay mejor cuña que la del mismo palo».

De las ramas del árbol hicieron las cureñas sobre las que se montó el tronco que empezaron a aserrar. Y Eduardo no protesta. Tiene fe. Son sus hermanos. La sierra, con sus dientes feroces come del cuerpo y aunque duele, Eduardo soporta. Tiene fe. Son sus hermanos. Avanza el corte y necesita de cuña. Fabrican una tras otra, cada vez más gruesa. El infundio sustituye a lo cierto. Eduardo no protesta. Ello estimula los que llenos de miedo inventan falsedades.

El resultado llega súbito. Logran su objetivo. Tumban la candidatura presidencial de Eduardo Estrella. De nuevo las encuestas. Por el piso. Se alejan los amigos. Continúan las simpatías, «pero», si los suyos no le quieren ¿Porque yo?.

De todos modos, Eduardo continúa en su afán de reconquista, que pese a ingentes esfuerzos no logra. Consigue sin embargo, que los comprometidos le abandonen a su fatalidad, que él corre con gallardía digna de mejor suerte.

Clarea el ambiente y favorece a Eduardo el fallo de la Junta Central Electoral, demorado a exasperar. Al mismo tiempo, se airean los rincones infectos de la moral peledeista, mientras el ganado perredeista busca su nivel, cuando el gobierno que llevara a la administración del Estado se esfuma, gasificado por su ineptitud.

De repente y sin que nadie lo esperara, Eduardo Estrella recibe de la vida una segunda oportunidad.

Junto al fallo favorable a su causa de la JCE, el PLD se ve obligado a enfrentar las acusaciones que apuntan con tino a su conducta inmoral en el gobierno que dirigió y fuera del mismo.

El PRD, se descascara como palo de guayaba y esto, entre dominicanos no necesita de explicación.

Ningún partido político, en ninguna latitud gana elecciones democráticas con el número de sus afiliados. Indispensable es, que sus lideres exciten la adhesión de tantos votantes como sea necesario para sumar mayoría y a ello le obliga un discurso, que produzca sosiego a la pirámide social y credibilidad en la familia.

Eduardo tiene ambas cosas.

De seguro que no habrá otra coyuntura. Así que tiene que aprovechar esta para que de nuevo no se le escape como dejó evadir la anterior.

El Partido Reformista tiene que ayudar si quiere existir. Ha de exigir una sola candidatura presidencial para mayo del 2004. Exhibirla como tal. No una para el 4 y otra para el 8. Los que quieran sumarse que lo hagan ahora. De lo contrario ¡fuera!. Quién quiera cooperar, ¡albricias! Es tiempo de elecciones. No de convenciones reestructuradoras, que consumirían espacio, talento y posibilidades.

Ahora sí que llegó la hora de actuar con carácter y responsabilidad.

Hay que trillar el camino de la República Dominicana.

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