Eduardo y la  perspectiva  de una cuarta vía

Eduardo y la  perspectiva  de una cuarta vía

LUIS PANTALEÓN C.
Ante el permanente desgaste, el crecimiento de la corrupción y el cansancio que frente al electorado presentan las opciones de los tres partidos tradicionales, tiene sentido de realidad objetiva hablar de la posibilidad de que pudiera cuajar una cuarta vía. Particularmente, podría concretarse con éxito semejante opción política, pese a los diversos factores que obran en sentido contrario, las dos últimas convenciones del PLD y el PRSC y las graves irregularidades que se les achacan en el supuesto despliegue del clientelismo y la compra de conciencia dentro un sistema democrático que con el correr de los años se comercializa y hace prevalecer intereses cada vez menos legítimos.

Por supuesto, que de cara a la naturaleza disímiles e ideológicas de las fuerzas políticas minoritarias que aglutinarían dicha alianza, la opción menos objetable para representar la llamada cuarta vía sería el ingeniero Eduardo Estrella, pues si bien mantiene vínculos estrechos con uno de los partidos tradicionales, es el que ha tenido, tal vez por ser un político relativamente joven, mayor tolerancia y apertura y, por consiguiente, menos tiempo para la esclerosis y el endurecimiento durante un largo proceso demasiado contaminado y perturbado por los graves errores políticos y filosóficos del mundo contemporáneo. Desde luego, albergo serias dudas de que pueda conseguir los recursos económicos para sustentar su campaña.

Es que plantearse el reto de una opción nueva que compita con los partidos tradicionales en deterioro implica comenzar a propiciar desde ya una nueva cultura y régimen democrático. Es que superar el estado de pobreza y marginalidad que tiende a perpetuarse conlleva dejar atrás las quimeras y veleidades del provecho capitalista y pensar en un aglutinamiento social y político que no sea excluyente en base a concepciones de izquierda o de derecha, ya trasnochadas y carentes de respuesta ante las exigencias de las masas y sus ansias de justicias y progreso.

Leonel Fernández y la reelección empujada por una parte del peledeísmo, aparte de socavar los cimientos mismos de la democracia y propiciar la división del PRSC, no han dado respuesta a problemas fundamentales de empleo, salud y educación.

Nuestros partidos de izquierda disponen de una experiencia de lucha y de un activo intelectual valiosísimo, pero siguen teniendo el reto de la renovación en el orden de otorgar mayor prioridad a la libertad de la persona humana y la superación definitivas de regímenes de fuerza, autoritarios y dogmáticos que han sido barridos por la historia y la dinámica de los acontecimientos. En este sentido, por ejemplo, Narciso Isa Conde y Ramón  Almánzar acumulan testimonios de lucha popular y resistencia a la opresión que en nada puede subestimarse. En síntesis, el problema de la izquierda es lograr descubrir a plenitud la fuerza, la bondad y el poder del amor, y que son las energías espirituales y el testimonio de la fe y la verdad los que sostienen el mundo y la Historia. La izquierda tiene que seguir reflexionando sobre su visión en torno al conflicto, la lucha de clase y las contradicciones que operan en las entrañas de la historia.

Por su parte, el reformismo balaguerista tiene que sacudirse de su herencia ilustrada y del despotismo maquiavélico de su líder y fundador. Y el perredeísmo darle el último hachazo y derribar el optimismo ilusorio sobre una victoria que debe ser construida a base de sacrificio y disciplina. Optimismo ilusorio que inculca en el pueblo como clara herencia de Juan Jacobo Rousseau, padre político y moral del mundo moderno.

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