¡Educación!

¡Educación!

El presidente del gobierno comunista de Cuba, doctor Fidel Castro Ruz, proclamó que «sólo la educación podrá salvar a nuestra especie» humana.

Expresó, al mismo tiempo, que «educar es transformar el animalito en hombre; si no llegamos a ser seres humanos en el más cabal sentido de la palabra, nuestra especie no podrá sobrevivir».

El doctor Castro Ruz manifestó esos conceptos en un mensaje enviado a más de mil delegados que, en representación de ochenta países, asistieron al duodécimo Congreso Mundial de Educación Comparada, efectuado en La Habana.

El hecho de que el doctor Castro Ruz presida un gobierno de fuerza, no invalida el significado de sus claras y profundas observaciones relacionadas con el vital aspecto de la educación.

El doctor Castro Ruz ha dicho verdades de a puño. Y tiene autoridad para hacerlo, pues los organismos internacionales más calificados, que no están regidos por sistemas análogos al cubano, reconocen los avances de la educación en la vecina isla.

-II-

Nuestra sociedad –que es la que más nos interesa– atraviesa una profunda crisis material y moral. Esta última, en cierto modo, es la más preocupante de todas.

Educar no es enseñar a leer y a escribir a niños y adultos. No es inculcarles nociones elementales de matemáticas, gramática u otras materias.

Educar es, esencialmente, y junto a otros conocimientos, formar ciudadanos conscientes y responsables, hombres y mujeres en los cuales tiene que reposar el bienestar de la colectividad, que saben respetar y se respetan.

La tarea de educar no puede recaer, por tanto, exclusivamente en los maestros. Educar es, principalmente, una responsabilidad que atañe a los padres, a los tutores, al hogar en sentido general.

La escuela, eso sí, tiene que ser una prolongación del hogar y al maestro competen responsabilidades muy serias, sobre todo en el aspecto moral.

Por eso, si bien el maestro tiene que ser remunerado en forma decente, que le permita vivir y sostener su familia, básicamente tiene que disponer de vocación de servicio, de amor a su patria, de verdadera capacidad pedagógica para enseñar.

En cuanto al hogar se refiere, no hay duda alguna de que la ausencia de la patria potestad es la causa principal de la crisis que hoy nos abate. Hay padres que engendran hijos y jamás los conocen y otros los hay que son puros sementales. Mujeres que conciben cuatro y cinco niños de padres distintos y que tienen que dedicarse a múltiples labores para poder sostenerlos.

Todo, producto de la falta de educación, una ausencia que agrava la crisis económica en todos los órdenes.

-III-

Al Estado se le exige más de la cuenta. Si bien es cierto que éste rehuye sus responsabilidades en el campo educativo, en muchas oportunidades, también se es injusto cuando segmentos de la sociedad le reclaman que se haga cargo de la paternidad irresponsable y de una maternidad impensada, inspirada en la vieja y gastada frase de que «cada niño viene con el pan debajo del brazo».

La delincuencia de hoy no solo se inspira en la impunidad para apañar delitos cometidos en la cúspide. También es responsabilidad básica del manifiesto descuido en el campo de la educación, en todos los aspectos de la misma.

¿Qué se pueda aspirar de un niño o una niña qué, a la medianoche, se encuentra pidiendo centavos en las esquinas de la ciudad, convirtiéndose en carne de cañón para las peores aberraciones a que le inducen adultos que, cuando menores, pasaron por el mismo proceso degenerativo? De ahí surgen puras bestias que empeoran sus instintos criminales y de venganza contra la sociedad cuando son ingresados en cárceles que jamás han sido centros regenerativos sino de perdición.

Es por eso que respaldamos los pronunciamientos formulados por el doctor Castro Ruz: sin educación, jamás llegaremos a convertirnos en seres humanos, jamás transformaremos el animalito que habita en cada uno de nosotros.

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