Educación como estrategia de desarrollo

Educación como estrategia de desarrollo

Sin una sólida plataforma educativa es difícil poner fin a la hecatombe

El jefe de Estado norteamericano Joseph Robinette Biden Jr se dirigió el miércoles 28 de abril de 2021 al Congreso estadounidense, por primera vez en su calidad de presidente de ese país.

Se trató de una pieza oratoria muy optimista y oportuna si tomamos en cuenta la difícil situación por la que atraviesa dicha nación como resultado de la pandemia causada por el coronavirus.

Nuestro comentario va dirigido a la parte que tiene que ver con la temática de la educación y su proyección futurista inmediata.

De este modo se expresó el actual gobernante demócrata: “Para ganar la competencia del porvenir necesitamos en nuestras familias, nuestros niños.

Lo primero es el acceso a una buena educación. Este país garantizó 12 años de instrucción pública a su población en el siglo XX. Con ello logramos ser el país mejor preparado y educado en el mundo.

Doce años de educación pública ya no son suficientes para competir con el resto de las naciones.

Es por ello que estoy sometiendo un plan para agregar cuatro años más de instrucción pública para cada persona”.

Plantea el nuevo inquilino de la Casa Blanca 16 años de instrucción pública obligatoria para tratar de mantenerse como cabeza del mundo desarrollado. Un sistema educativo de base amplia y democrática abierta a todas las corrientes progresistas, sin dogmas ni tabúes que frenen el libre juego de las ideas es un requerimiento básico para la investigación y la experimentación científica.

En otra parte de su discurso expresaba Biden su confianza en el éxito sobre enfermedades tales como el cáncer y el Alzheimer. Hizo mucho hincapié en los logros sanitarios de sus 100 primeros días de la guerra contra la COVID-19, especialmente el plan de vacunación masiva de adultos.

Se perfila como un líder dispuesto al mayor de los sacrificios en aras de unir a todos sus conciudadanos alrededor de valores comunes para de ese modo enfrentar con mayores posibilidades de triunfo en medio de un mundo multipolar.

Productores, consumidores y distribuidores de bienes y servicios nacionales e internacionales confrontan serias dificultades en sus operaciones habituales, producto inmediato de la pandemia que sacude a todos los continentes que habita la especie humana.

Sin una sólida plataforma educativa se hace difícil unificar y hacer efectivas las iniciativas de acciones sanitarias destinadas a ponerle fin a la hecatombe que aflige a cada rincón de la tierra.

¡Qué bueno y relajante resulta escuchar a un presidente empeñado en la educación, la salud, el bienestar social y la seguridad de sus conciudadanos! ¡Cuán impactante sería si se tratara de una suerte de virus altamente contagioso que infectara a todos los gobiernos del mundo! Todavía más conmovedor resultaría si las naciones más poderosas de la tierra a través de sus gobiernos hicieran el compromiso de poner sus recursos acumulados al servicio de la humanidad en momentos en que una familia de virus amenaza con diezmar al Homo sapiens empezando por los envejecientes.

Cosas tan fundamentales como modificar los secretos de fabricación abriendo las licencias para que otras naciones puedan acceder, fabricar y disponer de vacunas suficientes y oportunas para frenar la creciente pandemia del coronavirus.

Los mismos Estados Unidos, Europa, Brasil, México, La India, Chile, Israel, Colombia y Perú, por solo citar a unos cuantos países, son ejemplo de lo difícil que resulta vencer una enfermedad global sin una cooperación universal.

Extendamos la educación y hagamos de la salud un bien común.

¡Qué bueno escu- char un presidente empeñado en la educación, la salud, el bienestar social!

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