Educación de calidad: formación, planificación, seguimiento y evaluación

Educación de calidad: formación, planificación, seguimiento y evaluación

En los últimos días varias personas vinculadas a la cuestión educativa se han referido, nueva vez, al tema de la calidad de los maestros y maestras como condición fundamental para asegurar ese rasgo fundamental de la oferta educativa. Sin maestros de calidad no habrá educación de calidad, parece rezar la máxima a la que se arriba y que comparto ampliamente. Difícilmente se pueda estar en desacuerdo con esa afirmación. Así, aprovechándome de lo propicio de la ocasión creada por estos amigos me permito insistir en un aspecto que, aunque conocido, me parece fundamental, a saber, el vínculo entre Formación, Planificación, Seguimiento y Evaluación como condición de una práctica educativa de calidad.
Maestros y maestras con una sólida formación son una primera condición imprescindible. Y, como sabemos, ellos y ellas son producto de una formación profesional también de calidad pues evidentemente sin esta última no se crean las condiciones básicas para alcanzar ese objetivo. Todos sabemos de los esfuerzos que se realizan al respecto y de los resultados positivos alcanzados en las instituciones oficiales encargadas de esa formación. No sé si sucede lo mismo en las instituciones privadas que también ofertan formación de maestros, pero supongo que se hacen los esfuerzos pertinentes al respecto.
Pero, a mi juicio la anterior condición se expresa concretamente para asegurar la calidad en la Planificación constante del desarrollo de la cotidianidad en el aula y la puesta en ejecución de la misma. Allí se juega un porcentaje importante de la calidad de los procesos de aprendizaje desarrollados. La improvisación es una “apuesta irresponsable a la buena suerte” que, que normalmente finaliza en el fracaso de los estudiantes o en el aprender menos de lo que se debe y se puede. La planificación es un aliado de la calidad y la improvisación ayuda a la calidad cuando ella es parte de un proceso planificado.
La otra condición es el Seguimiento-Evaluación. Detenerse para evaluar, para pasar revista de manera sistemática, debe ser parte natural del proceso de enseñanza-aprendizaje. Iniciar el año escolar y no detenerse hasta el final es una forma de asegurar el fracaso y una manera práctica de cultivar la falta de calidad. Por el contrario detenerse en el proceso para “evaluar y ajustar” es un condición fundamental para el éxito y un rasgo central de la calidad pedagógica del maestro-a. Un buen director-a se asegura de la implementación de procesos de seguimiento al desempeño de sus docentes con insistencia en la planificación y la evaluación. Estas prácticas, a su vez, son las maneras concretas de cultivar, incrementar la calidad de los docentes.
La formación inicial de calidad de los docentes es una condición necesaria para garantizar una educación de calidad de los estudiantes, pero absolutamente insuficiente si ella no es sostenida e incrementada por los procesos de seguimiento-evaluación y ajuste de planificación a las necesidades que va indicando el proceso de desempeño docente y el rendimiento. Y, esto, sobre todo en momentos en que nos encontramos con una permanente irrupción de novedades diversas que no pueden ni deben estar ajenas al proceso pedagógico. De ahí que, al lado de la figura del y la docente debe estar siempre presente la del Director o Director del Centro educativo que debe estar atento a garantizar los procesos de aseguramiento de la calidad.

Así, un profesor-a de calidad y una educación de calidad son siempre el producto de: una Formación de calidad, una Planificación inteligente, un Seguimiento estricto y una Evaluación permanente. La conjunción de todos estos elementos producen como resultado una educación de calidad para beneficio de los estudiantes y del país. Hagámoslo.

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